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CHILE - Reflexiones sobre “Reflexiones sobre la coyuntura”

Luis Casado, El Clarín de Chile

Martes 29 de enero de 2008, puesto en línea por Ariel Zúñiga

Enero de 2008 - El Clarín de Chile -
Con su nota titulada “Algunas reflexiones sobre la coyuntura” Eduardo
Gutiérrez renueva con un género algo perdido de vista en la práctica
política socialista. Es de agradecer y se agradece, tanto más cuanto que la
brújula que permite comprender la realidad contingente y disponer de una lectura
lúcida y objetiva del acontecer nacional parece perdida hace lustros.

Una rápida lectura de los “aportes” difundidos por los diferentes
sectores y corrientes del PSCH con ocasión del XXVIII Congreso conforta en esa
desencantada opinión.

Al respecto es de destacar el preámbulo de la nota enviada por la
“Renovación”, páginas que se solazan en una especie de panegírico
ditirámbico de la acción partidaria: desde Marmaduke a Bachelet una
secuencia inagotable de éxitos y aciertos, puros triunfos, uno ya se
extraña de que los aplausos no vengan integrados en el texto como solía ser el
caso en la trascripción de los discursos de los líderes del “socialismo real”.

Acaso algunos “errores” vienen a moderar la exultación que celebra el
genio con el que han conducido el PSCH Ricardo Núñez, Camilo Escalona y
compañía.

Pero los “errores” son “errores”, están en la naturaleza humana y son el precio
de la osadía de quienes son actores de la vida real, en ningún caso son faltas,
aun menos descarríos, desviaciones o apostasías, de modo que en ese pasaje sólo
falta incluir la mención “vivos aplausos prolongados”.

¿Cómo si no premiar la franqueza que lleva a reconocer los pocos
episodios en los cuales el liderazgo confiesa haber fallado?

En fin, que Eduardo Gutiérrez nos da la ocasión de reflexionar, de
debatir, de contradecir sus opiniones o de abundar en sus argumentos. Y es de
agradecer.

Eduardo comienza por decirnos que “a modo de hipótesis podemos señalar
de que la coyuntura que se abre con el llamado “segundo tiempo de
gobierno de Michelle Bachelet” no alterará en nada las correlaciones de fuerzas
con que se venía moviendo la sociedad chilena”.

En el lenguaje codificado que deleita a algunos responsables políticos
el concepto “segundo tiempo” no puede ni debe ser asimilado a la noción de “fin
de ciclo” evocada por nuestro amigo Jorge Arrate.

Jorge se refiere al agotamiento de las fórmulas políticas y económicas
puestas en obra desde hace ya 18 años, y a la necesaria elaboración de
propuestas alternativas que pongan remedio a los graves problemas
sociales que se acumulan desde hace decenios.

En el concepto “segundo tiempo” se hace referencia al análisis pelotero del
entrenador que aborda la mitad restante del partido conservando lo esencial -la
camiseta, las reglas del juego, los árbitros, los espectadores, la estrategia,
los objetivos-, pero introduciendo algunos cambios en el equipo en artimañas
conocidas mayormente como “coaching”.

Algo así como lo que hizo Alvio Basile entrenador argentino cuando su
equipo iba perdiendo 5 a cero contra Colombia: le ordenó entrar al Turco García,
un reserva, y le dijo a título de instrucciones: “Vos entrá, ponéte por ahí por
el medio campo y hacé algún quilombo”.

En otras palabras, un poco más de lo mismo adornado con algunos
pingajos, historia de dar la impresión de que se sigue controlando la
situación.

Eduardo concluye en modo pesimista: “no estamos en proceso de que se
altere (en esta coyuntura) ningún eje de dominación: ni económico, ni
social, tampoco por cierto ideológico, como de hecho tampoco ocurrió en la
coyuntura pasada que damos por cerrada entonces con el término de “primer
tiempo””.

Como relata “Se nos reventó el Barzón”, -canción mexicana de Miguel
Muñiz tan bellamente interpretada por María Inés Ochoa-, nos siguen
robando, explotando, ninguneando, aefepeando, augeando,
sostenedorizando, discriminando… “Y sigue la yunta andando…”

Coincidiendo con el diagnóstico, debemos no obstante constatar que
Eduardo -desafortunadamente- no hace la pregunta que cabe: ¿Alguien
creyó que Michelle Bachelet y la coalición que la llevó a la presidencia
tuvieron nunca la intención de cambiar nada? ¿Ni en el primer ni en el “segundo
tiempo”?

Los denodados esfuerzos que unos y otros hacen para proteger la imagen
de la presidente no alteran el fondo del problema. Que Michelle “sepa” o no
“sepa” lo que pasa, que se deje embarcar o que comparta las
decisiones tomadas no cambia nada del resultado obtenido.

Por mi parte creo necesario afirmar, -por un irrenunciable deber de
respeto hacia Michelle Bachelet-, que en su calidad de mandataria no
solo está al corriente de lo que pasa sino que participa activamente de la toma
de decisiones que nos ha conducido a esta situación algo
surrealista caracterizada por un país “triunfante” poblado de chilenos
perdedores.

A menos que uno la confunda, como parecen hacerlo quienes la “protegen”, con el
personaje del cuento infantil titulado Rapunzel…

También estimo necesario ir al fondo de las conclusiones que se imponen si uno
concuerda con Eduardo Gutiérrez: si la defensa del statu quo es el elemento que
caracteriza las políticas que impulsa y defiende el PS, quiere decir que el PS
devino un partido conservador, esperando verlo transformarse derechamente en
reaccionario. Otro asesinato de trabajadores, de estudiantes o de activistas
mapuche más, y será cosa hecha.

Eduardo nos dice que por el contrario, “es en el tema de la política
donde la coyuntura que se inicia puede mostrar las mayores sorpresas y
esto básicamente porque los últimos acontecimientos en ese plano,
particularmente la división de la DC, preanuncian un futuro
reordenamiento de las fuerzas que sin lugar a dudas incidirán en ese
ámbito”.

Hasta ahora, para seguir con las metáforas futbolísticas, se suele
aceptar “que no se cambia un equipo que gana”.

Tal aforismo no hace sino poner en evidencia la contradicción flagrante que hay
en la realidad descrita por Eduardo Gutiérrez: nada cambia en la correlación de
fuerzas, nada cambia en la política económica, nada cambia en la
institucionalidad legada por la dictadura, nada cambia, nada cambia… pero la
superestructura política, los partidos, las coaliciones están destrozados...

¿Por culpa de tanto éxito?

¿O debemos entender que la división del PPD, la desintegración de la DC, la
crisis de identidad que viven el PS y el PRSD, los espasmos que
sacuden a RN y a la UDI, para no hablar del estado catatónico de las dos
coaliciones, la pérdida de credibilidad de la política y de los
políticos, la confusión de los programas, la cohabitación implícita e
implícita entre los enemigos de ayer… no son sino el reflejo de una
crisis más profunda?

Una crisis que no cesa de agravarse desde que la seudo democracia que
instauró el dictador -y aceptó de buen grado la clase política que le
sucedió en el poder- vino a cambiar los actores sin cambiar la película.

Digo cambio de actores, no del productor, ni del director, ni del
guionista, ni por cierto de los “extras” o figurantes que para colmo de males
no pueden -como quisieran- sustituir por un pueblo en plan
“efectos especiales”.

Precisando que, para más INRI, el director no dispone ni siquiera del
“final cut” que se reserva, como siempre, la World Company.

De todo lo que precede Eduardo analiza las consecuencias y su incidencia en las
elecciones municipales y luego presidenciales, asumiendo que las dos citas
electorales constituyen el alfa y el omega, -el principio y el fin-, de la
acción política.

El gobierno

Las metáforas en política son inevitables, Eduardo no las evita. Las
metáforas guerreras son frecuentes y Eduardo las usa al decirnos que el Gobierno
sigue conservando la iniciativa política a pesar de algunas “contraofensivas” de
la derecha relacionadas con la delincuencia y la corrupción que han encontrado
la “indiferencia de amplios sectores ciudadanos”.

Uno se pregunta a qué apuntan las eventuales iniciativas políticas del
gobierno que pudiesen contrariar los intereses de la derecha.

Los elementos que marcan el pasado reciente son los “acuerdos”
transversales Concertación-Alianza, ilustrados por las manos juntas y
alzadas de Escalona y Larraín, y sus voces cantando al unísono eso de
“Puro Chile es tu cielo azulado...”

De ahí que sea contradictorio que para Eduardo “suene a contradictorio” que las
encuestas muestren un cada vez más bajo entusiasmo por la derecha como por la
Concertación.

Siempre en la tesitura de compartir el análisis de Eduardo uno puede
comprender la falta de entusiasmo de “amplios sectores ciudadanos” si la
alternativa es salir del fuego para caer en las brasas...

A mi juicio Eduardo Gutiérrez ve claramente el problema cuando afirma
que “El fenómeno de la desafección hacia la política parece ser la
tónica reinante, como también -para algunos- el amplio consenso liberal o
neoliberal que cruza horizontalmente a la mayoría de los actores sociales y
políticos”.

Eduardo no hace sino repetir un consenso ampliamente compartido, pero
tal vez haga falta subrayar que lo uno es la consecuencia de lo otro y
exponer la misma frase en un modo algo diferente pero mucho más
explícito:

“El amplio consenso liberal o neoliberal que cruza horizontalmente a la mayoría
de los actores sociales y políticos hace que el fenómeno de la desafección hacia
la política sea la tónica reinante”.

Mi propio punto de vista concluye en que la “desafección hacia la
política” es el rechazo hacia esa política puesta en obra por la
dictadura y los “Chicago boys” y luego prolongada y profundizada por la
Concertación.

A mi juicio Eduardo, como buen médico que es, propone un diagnóstico
correcto pero sin llevar las conclusiones hasta el fin y sin adelantar
la prognosis del mal. ¿Osaré pedir que nos dé el tratamiento? En todo
caso su nota nos da la oportunidad de ampliar, de completar, de comentar su
visión.

A la anunciada desafección por la política Eduardo opone algunas
“honrosas excepciones”: el movimiento de los pingüinos secundarios, las huelgas
de los trabajadores subcontratados del Cobre, el movimiento Mapuche y una
minoría parlamentaria siempre crítica.

¿Y si tales manifestaciones no fuesen una “excepción” sino los signos
precursores de otro modo de ver y de practicar la política? ¿Los
elementos anunciadores de la posibilidad y de la necesidad del
nacimiento de una alternativa?

La hipótesis que conduce a pensar que tales actores de su propio destino no son
sino la vanguardia de un movimiento de fondo no puede ser excluida a priori.

Los pingüinos no eran un puñado de niñitos irresponsables sino cientos
de miles de jóvenes conscientes de que su futuro fue entregado a la
voracidad del mercado por la infinita irresponsabilidad de quienes
administran el país.

Los trabajadores subcontratados del cobre no son sino la expresión del
rechazo de una práctica atentatoria contra los derechos laborales tan
generalizada que el propio Estado la hace suya ante el silencio del PS
que en la materia navega penosamente entre las protestas de sus líderes
sindicales, las condenas pronunciadas por la justicia y las
declaraciones de apoyo al gobierno.

El ingente activismo del pueblo Mapuche no es una erupción imprevista
sino la consecuencia de siglos de discriminación, de ceguera, de
indiferencia, de sometimiento, de robo y de pillaje. Peor aun, la
consecuencia de la negación de la existencia de un pueblo contra la cual ya
había combatido lucidamente don Ambrosio O’Higgins en el siglo XVIII.

Por su parte, la minoría parlamentaria “siempre crítica” suele ser el
único recurso de dignidad que le queda al Parlamento.

Minoritarios fueron los diputados que le negaron los plenos poderes a
Pétain, como minoritarios fueron los que se opusieron a Hitler
arriesgando su propia vida. No faltan en la historia universal los
ejemplos de “minoritarios” que en el momento oportuno salvaron la
dignidad de un pueblo y se transformaron en alternativa victoriosa.

Un examen cuidadoso de los conflictos sociales de los últimos meses
lleva a pensar que las “honrosas excepciones” son legión, al tiempo que la
represión sistemática ya no tiene nada de excepcional.

La economía

Como muchos observadores acríticos Eduardo sostiene que “La economía se observa
vigorosa”.

¿La prueba? “El año 2007 terminó con excedentes del Cobre del orden de
los 16.000 millones de dólares. Otros índices mostraron una baja
sostenida de la pobreza y extrema pobreza. Las ventas de autos nuevos
aumentaron sustantivamente en el curso del año y las vacaciones fuera
del país son una realidad instalada en amplios sectores medios gracias
al crédito que los sectores de más bajos ingresos utilizan para comer y
vestirse”.

Es curioso que un estudio reciente muestre que sólo 46% de los chilenos piensa
que la economía de mercado es buena para ellos, logrando poner a Chile en el
décimotercer lugar en ranking regional de los adeptos del neoliberalismo.
¡Detrás incluso de Venezuela!

Puede que afirmaciones del tipo “La economía se observa vigorosa”, sin
hacer la crítica de la realidad, contribuya a explicar la “desafección
hacia la política”.

En todo caso no podemos ahorrarnos un análisis de la realidad de la
economía chilena y de sus principales beneficiarios.

Dejemos para el último los excedentes del cobre, y alegrémonos de que el vigor
de la economía pueda quedar demostrada por la venta de autos
nuevos en un país que no produce ni las ampolletas de los faros.

Entre otros los EEUU, Japón, Francia, Alemania, Italia, España y más
tarde Corea del Sur conocieron años prósperos gracias entre otros a una
industria automotriz que generaba cientos de miles de empleos y salarios
ventajosos con relación a otros sectores de la economía... ¿Pero Chile?

Por mi parte, mucho antes de leer a Joseph Stiglitz llegué a la misma
conclusión que el Premio Nóbel de economía, sólo que diez años antes:
“Ver atascos de Mercedes Benz en un país en el que el ingreso medio percápita es
de 4.730 dólares es un síntoma de enfermedad y no una señal de buena salud. Y
revela que la riqueza está concentrada en manos de una pequeña elite en vez de
ser repartida equitativamente” (“El Modelo neoliberal y los 40 ladrones”. Luis
Casado. Ed. Tierra Mía. 2003. Joseph Stiglitz “Globalization and its
discontents”. 2002).

Hoy en día, -según las estadísticas oficiales-, el PIB per cápita ha
doblado y la aserción del párrafo precedente sigue siendo pertinente.
Aun cuando uno tenga que tomar en cuenta que el sueño del automóvil
propio ha ganado fuerzas gracias al Transantiago que nadie osa presentar como
prueba del vigor de la economía.

La otra prueba adelantada por Eduardo tiene que ver con “las vacaciones fuera
del país”... realidad instalada en amplios sectores medios gracias al crédito
que los sectores de más bajos ingresos utilizan para comer y vestirse”.

Entienda quién pueda. Asimilar el endeudamiento de los hogares chilenos que
crece a un ritmo cercano al 20% al año -ya sea para vacaciones o para comer y
vestirse- a un supuesto vigor de la economía es perder de vista que el salario
no alcanza ni para comer, ni para vestirse, ni para tomar vacaciones, olvidar
que la remuneración del trabajo sigue siendo la pariente pobre del modelo, que
el obispo Goic tiene razón al reclamar “un salario ético”, en otras palabras
olvidar los principios que alguna vez guiaron la lucha del socialismo chileno y,
aun peor, coincidir con las imbecilidades proferidas en su día por Vitorio
Corbo.

Tal vez este endeudamiento, que ya sobrepasa con creces 60% del salario
disponible anual, tiene algo que ver con el crecimiento de la masa monetaria
 más del 18% al año-, y con el regreso de la inflación. O viceversa, ya sabes
como son los razonamientos de los economistas. Como quiera que sea, no basta con
limitarse a la afirmación osada que
proclama que “La economía se observa vigorosa”.

Y puede que conviniese precisar que la tasa máxima de intereses
aplicable a los créditos al consumo (tarjetas de crédito incluidas) es
del 49,17%, cifra usurera donde las haya.

No. Para Eduardo basta con afirmar que “La economía se observa
vigorosa”.

Si habla de los beneficios de las multinacionales, del lucro del
comercio detallista que ahora llaman “retail”, de las utilidades de la
banca, de los miríficos dividendos la minería privada del cobre y de los
cuarenta o cincuenta grupos que concentran el 80% de la actividad
económica... eso es otra cosa.

Y hablando de inflación, no sé si interpretar la cifra de 7,8% (más del doble de
la prevista que era de un 3%) como un signo de vigor de la economía.

En todo caso la palabra final la tiene -como siempre-, Andrés Velasco
ministro del FMI y accesoriamente de hacienda. Al dar a conocer la cifra de 7,8%
de inflación el ministro declaró textualmente:

“Si Ud le quita la energía y los alimentos, la inflación fue solo de un 2,6%,
muy por debajo de nuestras previsiones” (sic).

Como dice Armen Koumyoumdjian “¡Fantástico! Si Ud no come y se congela
las pelotas, puede llegar al paraíso sabiendo que se cumplieron las
previsiones!”

Finalmente, el crecimiento y los excedentes del cobre también tienen su detalle.
En mi libro “No hay vacantes” (Ed. El Periodista. 2001) yo
afirmaba que el crecimiento con el que nos han titilado los esfínteres
en Chile está muy ligado al pillaje del cobre, lo que queda muy lejos de
constituir un aumento del patrimonio nacional. Muy por el contrario, las
empresas beneficiarias de las encomiendas, repartos y concesiones se llevan “la
materia” y nos dejan el hoyo o agujero según sea el caso.

Las empresas mineras no pagan impuestos, no pagan el cobre que se
llevan, devienen propietarias del suelo y de lo que hay en el subsuelo, no nos
dan ni las gracias, y a eso le llaman crecimiento.

Que se sepa, el “excedente” obtenido por tales compañías no forma parte del
superávit fiscal sino del flujo financiero que el país le contribuye a las
multinacionales.

En lo que se refiere a los presupuestos del Estado los “excedentes”
dependen como se ha dicho, entre otros, del precio del cobre. Los
pitonisos de la previsión económica (diario “Estrategia” del 15/10/2003)
estimaban que “a 90 centavos de dólar la libra, Chile crecerá un 4,5% en el
2004, una décima más de lo previsto por el optimista Ministro de Hacienda.

Simple hipótesis: ¿Y si el precio subiera a 1,20 dólares la libra? Chile
“crecería” sin necesidad de aumentar su producción… y aun
disminuyéndola. Y empleando menos trabajadores” (“El modelo neoliberal y los 40
ladrones”. 2003). Hoy por hoy el precio está por encima de U$
3,00 la libra...

¿Cual es la parte del “genio empresarial” en las tasas de crecimiento y en los
excedentes del cobre? ¿Cual es la parte de que representa el
verdadero “vigor” de la economía?

¿Por qué, como suele ser el caso cuando las cosas van mal, nadie hace
referencia a las condiciones externas, a la coyuntura internacional?

Coyuntura internacional a la que Eduardo no le dedica, desgraciadamente, ni una
línea y que merece páginas y páginas habida cuenta de la anunciada recesión que
golpea o golpeará la economía de los EEUU y arriesga ralentizar la de Europa y
el mundo para no hablar de la nuestra.

Por otra parte Eduardo ni siquiera nos cuenta que la mitad del superávit
estructural viene del cobre y la otra mitad del resto de las actividades
económicas, elemento que pudiese parecer banal sino fuese porque la
justificación para no aumentar el gasto público es que hay que guardar plata
para los años de vacas flacas, cuando baje el precio del metal rojo.

Si se toman las cifras del DIPRES (Dirección del Presupuesto del
ministerio de hacienda), las Entradas están evaluadas en 17,417
millardos (en pesos), de los cuales 3,188 millardos netos del cobre, los Gastos
en 10,958 millardos, lo que da un excedente de 6,459 millardos de pesos de los
cuales el Cobre aportó solo el 49.35 %.

Estas cifras pudiesen respaldar la afirmación de Eduardo en el sentido
que la economía va bien, y no solo la que está estrechamente ligada al
metal rojo. No obstante, un análisis detallado mostraría que en lo
esencial Chile exporta productos básicos no elaborados, materias primas sin
valor agregado.

¿Qué es lo que ha cambiado con relación a otras épocas históricas en las cuales
Chile conoció tasas de crecimiento superiores a las actuales?

(Para el conjunto de la región latinoamericana la tasa de crecimiento
anual en el período 1950 – 1960 alcanzó 6% y en el decenio siguiente
6,9%. Entre 1971 y 1973 la tasa de crecimiento fue de 8,3%. No obstante, la
posición relativa de América Latina en el conjunto de la producción industrial
mundial permaneció invariable, oscilando alrededor de 3,4%. Su participación en
el total de exportaciones industriales del Tercer Mundo bajó de 18,9% en 1970 a
16,1% en 1978 [1]. Entre 1960 y 1965 la producción industrial chilena creció a un
tasa promedio de 7,30% “Transferencias de tecnología y desarrollo”. Luis Casado.
1982).

En el período 1970-1974 Chile exportaba sobretodo cobre, hierro y harina de
pescado que totalizaban un 68,20% del total.

¿Qué ha cambiado con la célebre “diversificación de las exportaciones”? ¿Dónde
está el valor agregado? ¿Dónde están los productos industriales, financieros y
tecnológicos sofisticados que incorporan materia gris?

¿Tal vez en ese gran éxito conocido como la “previsión privada” que
Chile intenta exportar a otros países?

Veamos.

Cuando llega el momento de las conclusiones el principal elemento de
juicio es lo que la gente recibe en sus bolsillos. Esto puede parecer
obvio, pero no se pueden alcanzar pensiones altas si los salarios son
miserables.

En Chile, el salario medio a fines de Octubre del 2007 estaba en torno a
U$ 676 mensuales, solo 130 % más que el salario mínimo.

Si tomamos la pensión media que reciben las 634,523 personas que la
cobraban a fines de Octubre del 2007, ella llega apenas a U$ 323
mensuales, o sea 48 % del salario medio y solo 10 % más que el salario
mínimo. En Chile eso no es precisamente una fortuna.

¡Ah! los viejos sistemas previsionales. Quienes se quedaron con ellos
están recibiendo una pensión media más alta.

Mientras tanto, en los primeros nueve meses del 2007 las seis AFPs
chilenas hicieron un beneficio neto de 240 millones de dólares, o sea un
incremento del 33.6 % con relación al 2006. La remuneración por acción subió en
un 26.3 %. Las AFPs recibieron 705 millones de dólares en comisiones.

¡Vaya negocio! Pero… ¿Para quién?

Como dice Eduardo: “la sacrosanta industria de las pensiones del sistema AFP
seguirá administrando miles de millones de dólares que reeditarán más poder
económico y político a los mayores grupos monopólicos nacionales e
internacionales”.

¿Ese es el exitoso modelo que hay que exportar?

Entretanto, ¿hay que creerle a las cifras e índices que, según Eduardo,
“mostraron una baja sostenida de la pobreza y extrema pobreza”?.

En más de alguna ocasión he sostenido que el nivel de pobreza y de
indigencia depende esencialmente de la definición estadística de la
indigencia y de la pobreza.

Las que prevalecen en el Chile de hoy datan de los tiempos de la
dictadura, a nadie se le ha ocurrido cambiarlas... De acuerdo a esos
criterios, efectivamente la pobreza y la indigencia han disminuido.

Si tomásemos los criterios estadísticos de la Unión Europea, según los
cuales es pobre quién dispone de un ingreso inferior al ingreso medio
del país en cuestión, en Chile sería pobre aquel que obtiene menos de
190 mil pesos mensuales, o menos de 760 mil pesos para una familia de
cuatro personas (los resultados serían similares si tomamos la
definiciones prevalecientes en los EEUU).

De golpe, la proporción de pobres e indigentes nos aplastaría.

Porque para los criterios del Casen, no es pobre quién obtiene un
ingreso superior a 49 mil pesos mensuales...

El mejor modo que se ha encontrado para disminuir la pobreza y la
indigencia consiste en manipular los términos que las definen. Y este es el caso
de Chile. ¿Vigor de la economía?

Como quiera que sea, hay que coincidir con Eduardo Gutiérrez en que “el afán
principal del Gobierno es que el modelo actual funcione sin
problemas, que no abra contradicciones y pugnas en la sociedad chilena y eso
explica en parte el hecho de que las propuestas de reformas, tanto de la
educación como del sistema de pensiones no pongan un ápice en cuestión las bases
estructurales del modelo”.

Es lo que me lleva a concluir en que este gobierno y quienes lo
sostienen son conservadores: por ello no debe sorprender que entre la
derecha Concertacionista y la derecha Aliancista sea tan fácil lograr
acuerdos legislativos sobre lo esencial.

Eduardo Gutiérrez lo dice con estas palabras: “En este marco se ha
instalado en la Concertación y en el Gobierno una idea mayoritaria de
que es necesario abrirse a pactos y alianzas con la derecha”.

Y Eduardo se pregunta: “¿Qué fenómenos han ocurrido para que un Gobierno ganador
con más de 500.000 votos por sobre la derecha, con una cámara de Diputados y un
Senado con mayoría concertacionista, con una situación económica promisoria
nunca vista producto de los excedentes del Cobre haya llegado a este punto?”

Simple compañero Gutiérrez: ninguno. Ha sido así desde el principio. Si no fuese
el caso, cítenos al menos un caso de legislación significativa (en el plano
económico, financiero, institucional, político, educacional, de la salud,
laboral, etc.) aprobada por mayoría concertacionista, en contra de los criterios
de la derecha.

Las causas de la crisis no hay que buscarlas en las disensiones internas de la
Concertación o de la Alianza, ni las causas de las disensiones en la crisis
política.

Ambos fenómenos no son a mi juicio sino el revelador del profundo
malestar del pueblo de Chile para con un modelo institucional,
económico, financiero, laboral, productivo y cultural que lejos de
responder a sus aspiraciones no hace sino considerarlo un objeto, una
variable de ajuste, una masa amorfa y estúpida de consumidores
alienados.

A fuerza de no poder expresarse abiertamente en ningún partido político, ese
malestar termina por manifestarse en todos ellos.

Queda por determinar cual, entre el cúmulo de reivindicaciones
postergadas, pudiese jugar el papel de detonador de la crisis, esa que
pondrá en cuestión la perennidad del modelo.

La derecha

Eduardo le dedica algunas líneas al análisis del comportamiento de la
derecha transformada en articuladora “de la marcha de Gobierno” y
consciente de ello.

Su constatación es clara y definitiva: la llamada derecha “blanda”, los
“bacheletistas-aliancistas” tienen razón cuando se preguntan: “¿por qué mostrar
contradicciones antagónicas con el Gobierno si estamos en lo mismo...?”

Efectivamente, ¿Por qué?

Esto lleva a Eduardo a señalar que “Este diseño empataría con la idea
asumida-transmitida- por lo medios de comunicación que aislaría las
tendencias extremas, disociadoras del consenso liberal cuya base
material sería el éxito del modelo. Así, la secuencia lógica del
discurso sería: alternancia en el poder, (pero jamás tocar el poder
económico), amplios acuerdos para que Chile progrese y por qué no:
gobiernos de unidad nacional (al estilo Sarkozy en Francia)”.

¿Y por qué no citar además al gobierno de Angela Merkel en Alemania, que reúne
en santa alianza la derecha tradicional a la socialdemocracia no
menos tradicional?

Tal ejemplo es mucho más pertinente que el caso francés, a la luz de la historia
reciente y pasada.

La conclusión de Eduardo también es clara: no hay ningún cambio que
esperar de este gobierno, “Más bien la tendencia será seguir al mismo
paso de los últimos minutos del “primer tiempo””.

De acuerdo Eduardo, de acuerdo. Solo una observación ya mencionada más
arriba: ¿Quién creyó seriamente que este gobierno y su presidente
llegaron al poder para cambiar nada?

Los presidenciables

La inevitable cuestión que ocupa a las direcciones de los partidos
también es abordada por Eduardo Gutiérrez que se limita a exponer las
maniobras en curso: las de la DC, las de Lagos, las de Insulza, las de
Escalona, en fin, las maniobras.

En esta parte del texto echamos de menos la pregunta que cabe de cajón:
¿Y a quién le importa?

Del propio análisis de Eduardo queda claro que en Chile cualquiera sirve de
presidente si acepta no cambiar nada en el modelo económico. ¿En esas
condiciones a quién preferir?

¿A un triste remedo de estrella de Hollywood como Sarkozy? ¿O a una
forma de expresión mesiánica sin raíces partidarias ni ideológicas como Ségolène
Royal? ¿A un empresario exitoso, malandrín y estafador como Berlusconi?

¡Que importa!

Si después de todo nada cambia, y nada cambiará hasta que el pueblo de
Chile no se decida nuevamente a ser actor y protagonista de su propio
destino.

Hasta entonces, en la perspectiva de contribuir a generar una
alternativa, habrá que impulsar el principal elemento que pudiese
abrirle las puertas a una salida democrática, pacífica, integradora: la
convocación de una Asamblea Constituyente que dote al país de una
Constitución que sea el reflejo de las aspiraciones y de los intereses
de la inmensa mayoría del pueblo de Chile.

Para ello Eduardo estima “acertado prever un proceso de acumulación de
fuerzas de más largo plazo” y tiene razón.

En esa perspectiva Eduardo Gutiérrez espera que el XXVIII Congreso sirva a la
elaboración político-ideológica que se resume en la “construcción de una nueva
alianza para un nuevo proyecto democrático popular”.

Entre dos o tres disensos queda claro que estamos de acuerdo en eso, en lo
esencial.

No obstante, para hacer realidad esos objetivos, aun queda por unir
detrás de ellos a la mayoría de un partido controlado por métodos que no
tienen mucho de democrático.

Ese es uno de los grandes desafíos inmediatos.


Luis Casado es miembro del Comite Central del Partido Socialista de Chile.

http://www.elclarin.cl/index.php?op...

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[1Celso Furtado. Op. cit. “Le Monde” : « Bilan… ». BEE : Op. cit.

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