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De los capitanes de la industria a los generales multimediáticos

ARGENTINA - Golpes de estado sin militares

Néstor Piccone

Martes 9 de septiembre de 2008, puesto en línea por Barómetro Internacional

En los años `70 bajo la consigna de que la violencia en manos del pueblo no es violencia sino justicia, se justificó la lucha armada.

Hoy, por vía de la inversión de valores y creando una legalidad ad hoc, la nueva derecha ejerce la violencia sobre las instituciones democráticas sin apelar a las fuerzas armadas, le alcanza con sacar sectores reaccionarios a la calle para desestabilizar gobiernos. Se vive en Bolivia, sucedió en Argentina, pasa en Venezuela.

Hoy, estas acciones son bendecidas por los multimedios. Lo sufrimos durante el conflicto reciente en el que las fuerzas agrarias desafiaron al gobierno -legítimamente constituido- con bloqueos de rutas, confiscaciones de productos de primera necesidad y hasta con la interrupción del tránsito internacional. Los ejércitos de los grupos concentrados de la comunicación, dirigidos por un reducido grupo de CEO´s, dan cobertura discursiva y apoyo de superficie a los golpistas.

Bajo el indisimulado intento de bajarle el perfil a los hechos delictivos sucedidos durante el lockout patronal, los medios hegemónicos compararon a los mismos con los pacíficos cortes de ruta de los 90, aquellas históricas puebladas de Cutral-Co, Tartagal o La Matanza.

La única forma de golpe de Estado no es la del golpe militar

En un trabajo muy interesante sobre Seguridad, MIchel Foucault dice que “el golpe de Estado es una cesación de las leyes y de la legalidad, es una acción que no guarda ningún orden ni forma alguna de justicia. El golpe de Estado tiene una puesta en escena en la que debe ocultar su procedimiento y sus vías. Requiere una teatralización dramática, intensa y violenta. Una teatralización, agrego, que hoy en día se transmite en vivo, en directo y en cadena por radio y televisión.

Raúl Alfonsín sufrió un golpe de Estado financiero que lo obligó a retirarse del gobierno varios meses antes. Pero ese golpe no estaba dirigido sólo contra él. Le marcaba el sentido de las cosas también a su sucesor Carlos Menem. Las fuerzas empresariales concentradas en los Grupos Económicos, prohijados por la dictadura de Videla, Bussi y Menéndez, exigieron -por vía de la hiperinflación- la entrega de los recursos económicos en poder del Estado.

Raúl Alfonsín, primer presidente de la democracia, vivió varios aprietes de las fuerzas militares y económicas. Los lectores jóvenes tal vez no recuerden a la banda golpista liderada por Aldo Rico y Alí Seineldín y mucho menos a los denominados Capitanes de la Industria, sectores empresariales que, con apoyo de la Sociedad Rural, se disputaban el asalto al Estado.

Alfonsín reconocería años después que su pecado fue no privatizar, así como Menem admitiría que si en la campaña confesaba su plan de ajuste y entrega de los Medios, el gas, la luz, el petróleo, los ferrocarriles, no habría llegado a presidente.

Hoy, consecuentes con esas posiciones ambos apoyaron la caída de las retenciones móviles y el voto de Cleto. Frente a los intentos golpistas de nuevo cuño, ambos resignaron sus principios y el de sus partidos. Cristina, por el contrario, tras la derrota por las retenciones móviles, envió al Congreso la reestatización de Aerolíneas Argentinas y la sanción al gran agro evasor.

Cuando los grupos económicos, que se convirtieron en Estados dentro del Estado, ven peligrar sus intereses, promueven golpes institucionales. El Estado está en disputa permanente. Cualquier reestatización o recuperación de la toma de decisión por parte del Estado los pone en alerta.

Para no errarle el vizcochazo con estas disquisiciones es bueno reandar los caminos ideológicos. Don Ernesto Jauretche, en su zoncera 37 (escrita en 1968) anticipaba la relación entre Medios y golpes: “en su calidad de primer poder (la prensa), es el único no afectado por los golpes de estado. Porque además de ser de primera internacional y SIP mediante, es el que termina por disciplinar los otros poderes conforme a las exigencias de la libertad de prensa.”


Néstor Piccone es periodista argentino, licenciado en psicología.

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