ESTADOS UNIDOS - Notas sobre la multitud en marcha en el “Día Nacional de Acción por la Justicia para los Inmigrantes”

10 de Abril de 2006 - Caminando entre la enorme multitud que se congregó el día de hoy en los alrededores de la Alcaldía de la Ciudad de Nueva York muchas cosas cruzaron por mi cabeza, pero especialmente dos que comentar.

La primera es que es mentira que la gente no es capaz de organizarse y que, por ello, requieren de estímulos externos a aquellos que social o políticamente les congregan. Si esto fuera cierto, algo le faltaba a la movilización del día de hoy: acarreo. Fue especialmente interesante y excitante ver que gente de todos orígenes nacionales, de diverso nivel económico y de distintas edades no sólo se arremolinaron en las calles neoyorquinas sino que parecían tener muy en claro el objetivo de estar allí, de hacerse ver y, especialmente, escuchar. Todos los que estábamos ahí re-conocíamos la causa y el deseado efecto que originó la movilización. Las manifestaciones escritas en pancartas de todo tipo indicaban la comunidad y la solidaridad con una sola causa; desde el sencillo pero estruendoso grito de “sí se puede” y el (no tan atronador) “we want papiers,” hasta más elaboradas y creativas consignas como aquella que se podía leer, no sin conceder razón, “el cuerpo de los Estados Unidos corre con el corazón del inmigrante.”

La otra idea que cruzó por mi cabeza es que las élites políticas parecen no reconocer que la gente reacciona ante actos legislativos, judiciales, o ejecutivos que le parecen injustos. Incluso parece paradójico que la posibilidad de conseguir una legislación que permita regularizar las condiciones legales de todos aquellos que viven en un limbo jurídico (a sus propias expensas y con el beneplácito de todos aquellos que se benefician de la mano de obra que los inmigrantes aportan) no sea resultado de inteligentes, profundas y estratégicas negociaciones entre las administraciones burocráticas (y sin liderazgo) de los gobiernos de países expulsores, sino más bien esté más cerca de ser conseguida por la capacidad de organización y movilización que la gente ha puesto a descubierto. Aunque lo verdaderamente paradójico es que dichas organización y movilización hayan sido impulsadas de origen por la propuesta de ley HR4437, que lo que menos quería provocar, si algo, era la manifestación masiva de inmigrantes inconformes en las principales ciudades de los Estados Unidos (inconformes, quede claro, no sólo con la propuesta sino con las condiciones en las que viven y trabajan en este país).

De muchas cosas que me parecen haber quedado claras este día, una sí fue muy evidente en las expresiones verbales, escritas y de actitud de aquellos congregados: la distinción entre “colonos” e “inmigrantes,” que defiende Samuel Huntington, no sólo es academicista sino completamente falsa... por lo menos la línea de posible distinción quedó borrada bajo los pasos y los gritos de aquellos que marcharon hoy sobre Broadway. Ciertamente, no los conté porque era humanamente imposible, pero permítanme decir que con la bulla y los vítores de las consignas sonaban como un millón.