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A propósito de la II Cumbre ASA

ÁFRICA - Socialismo versus neocolonialismo

Ernesto Wong Maestre

Martes 6 de octubre de 2009, puesto en línea por Barómetro Internacional, Ernesto Wong Maestre

Los recuerdos personales, las vivencias sociales, las reflexiones profundas sobre acontecimientos y experiencias de la praxis revolucionaria, las obras del pensamiento universal, los postulados socialistas de quienes se atrevieron a producir cambios junto a sus pueblos, en fin, las lecciones de la historia en general, constituyen fuentes indispensables para poder innovar y, más que todo, para transformar profundamente las sociedades actuales.

De esa riqueza espiritual africana debemos recordar, una y otra vez, así como ocurre con esos clásicos que deben ser cabeceras de nuestras camas y de nuestras bibliotecas, al primer líder africano que venció en dos ocasiones en menos de tres años a una metrópoli por la vía de las elecciones, aún cuando éstas elecciones se desarrollaron dentro del sistema colonial, es decir, un país con leyes coloniales, jueces coloniales, gobierno subordinado jurídicamente al poder de la metrópoli, policía y ejército colonial y educación colonial. Este extraordinario maestro y líder político que sentó pauta e impuso un record político para le época –década de los 50- abogó por el socialismo y por la unidad panafricana como condiciones necesarias y suficientes para poder comenzar a construir las nuevas naciones multiétnicas en cada país africano, incluso, a partir de las propias fronteras demarcadas por los colonialistas europeos principalmente entre 1885 y 1945. Me refiero a Kwame Nkrumah, “Osagyefo de la unidad antiimperialista” [1] quien legó a la posteridad la más acabada obra ideológica –que se haya conocido en África- sobre cómo y por qué construir el socialismo en un país africano multiétnico y en un mundo “bipolar” o más bien “tripolar”, si aceptamos no reducir el poder político al dominio de las armas nucleares.

Este mundo en el cual Nkrumah desarrolló sus estrategias ghanesas y panafricanas estuvo caracterizado por: a) un polo capitalista hegemonizado por núcleos estatales altamente monopolizados y transnacionalizados encabezados por EEUU, b) el polo de países con sistemas socialistas de “democracias populares” encabezados por la URSS, al que también se vinculó Cuba y Vietnam y c) un bloque restante de países, incluida la R.P.China, Corea del Norte, algunos países árabes, entre otros, que por su cuantiosa población, recursos bélicos convencionales y disposición patriótica, ante una posible tercera guerra mundial no nuclear, significaban un potencial de consideración, inclinado hacia el socialismo, todo lo cual era del conocimiento cabal de Nkrumah.

De tal manera que Nkrumah no fue un líder alejado de la realidad ni mucho menos extemporáneo. Eso sí, fue un visionario de talla mundial, pero traicionado por algunos ambiciosos que logran –en un momento determinado- apropiarse de las obras ajenas. No fue, ni es casual que algunos escritores lo hayan llamado “el Bolívar africano” o que ahora se le recuerde más al fragor de las Cumbres ASA y de las dinámicas propuestas por el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Comandante Hugo Chávez.

Reflexionemos sobre algunas de sus propuestas y estrategias más significativas para la historia que expuso Nkrumah. Ellas fueron recientemente examinadas en mi Curso de África que imparto en la UBV. Ahora, la extendemos a todo el país y al mundo.

“En consecuencia –expresó Nkrumah en su libro “África debe Unirse” de 1963-, si queremos cumplir el compromiso contraído con el pueblo y llevar a cabo el programa que acabamos de esbozar, el socialismo es nuestra única alternativa, porque este sistema supone la propiedad pública de los medios de producción, la tierra y sus recursos, y la utilización de esos medios para satisfacer las necesidades del pueblo. Se predica el socialismo, sobre todo, por su capacidad para satisfacer esas necesidades. Por ende, es evidente que Ghana, en este momento, no está en posesión de los medios socialistas. Por cierto, todavía tenemos que echar los cimientos reales que permitirán edificarlo, la modernización de nuestra agricultura y la industrialización de nuestro país. Tenemos que transferir a las manos del pueblo los medios básicos de producción y distribución”.

Nkrumah estaba muy consciente de que ello requería conocimientos y conciencia política, pero sobre todo, él tenía conciencia –como consecuente marxista que siempre fue- de las particularidades histórico-concretas de su pueblo y de su continente: “El problema de la educación -puntualizó Nkrumah- ocupaba lugar preponderante en mi mente y en la de los jefes de mi partido cuando celebramos la primera reunión, después de asumir el mando, durante la administración colonial. El hecho de que la mayoría de mis colegas se habían capacitado como maestros, lo mismo que yo, era un reflejo de que también ellos tenían fe en la educación como llave de nuestra liberación y progreso” [2]. Y más adelante concluía: “Nuestros textos eran textos ingleses, que nos informaban acerca de la historia inglesa, la geografía inglesa, los modos de vida ingleses, las costumbres inglesas, las ideas inglesas, el clima inglés. Muchos de esos manuales no habían sido alterados desde 1895. Todo esto tiene que cambiar. Y es una estupenda tarea. Incluso el pedido de textos es un asunto complicado, que convierte en cuestión prolongada la introducción de nuevos libros con características propias de Ghana. Sin embargo, esto es algo que estamos logrando, puesto que resulta vital que nos nutra nuestra propia cultura e historia, para que desarrollemos esa personalidad africana que proveerá el fundamento educativo e intelectual de nuestro futuro panafricano” [3].

Nkrumah vivió y trabajó intelectualmente en Inglaterra y en EEUU. “Viví en el monstruo y le conozco sus entrañas” pudo haber dicho Nkrumah como lo dijo José Martí en su época. También como Martí, Nkrumah comprendió el problema indígena dentro del problema colonial y lo hizo con un gran optimismo, y quizás ello le impidió avizorar las traiciones. “Incluso –dijo el líder de Ghana- el Asantehene comenzó a mostrar un sorprendente cambio de actitud y yo sé que, en la actualidad, está plenamente identificado con nuestra independencia y comparte las esperanzas y aspiraciones de la nueva Ghana. En esta atmósfera de unidad nacional, las Asambleas Regionales que acababan de crearse se reunieron y determinaron por votación el cese de sus actividades. A través del procedimiento constitucional, que seguimos de buena fe, se eliminaron los instrumentos que los británicos habían ideado para mantenernos divididos y atrasados. El establecimiento y disolución de las Asambleas Regionales abrió el camino para cambios constitucionales en otras direcciones”.

Kwame Nkrumah, el filósofo del socialismo africano, pudo vencer electoralmente en dos ocasiones al imperialismo inglés porque interpretó adecuadamente el momento y la situación histórica. Pero no pudo concluir la obra a causa de un “golpe de Estado”, propiciado por fuerzas proimperialistas, cuando Nkrumah viajaba por la R.P. China buscando el apoyo deseado. Lamentablemente, factores externos impidieron una rápida ayuda financiera y económica que contrarrestara las fuerzas opositoras internas y a los quintacolumnistas. “Yo vi el Estado minado –dice Nkrumah- su independencia en peligro de destrucción, todo en nombre de la democracia y de la libertad de expresión. Nuestra oposición utilizaba la prensa como foro de una manera que no se había dado en Europa, para escarnecernos y atacarnos como medio para destruir nuestro joven Estado. Haber presentado demandas contra ellos por difamación nos hubiera mantenido ocupados en los tribunales hasta el extremo de no poder cumplir nuestros deberes. Aunque mi partido me presionaba en extremo, todavía dudaba en proceder contra ellos”.

Urgencias como estas, del proceso revolucionario ghanés, o de otro, en otras partes de África, fueron las que motivaron también al Che Guevara a exigir en la Conferencia de Argelia, más apoyo del campo socialista para los nuevos estados africanos o árabes o latinoamericanos que abogaban e impulsaban las transformaciones socialistas en sus países.

Hoy, en el caso de África, considero que el más grave obstáculo a diferencia de América Latina, es el neocolonialismo en su más clara expresión, pues el tipo de neoliberalismo que minó las estructuras latinoamericanas de norte a sur y de este a oeste no pudo ser implantado como sistema íntegro en casi ningún país africano debido a que con simples medidas neocoloniales, el sistema imperialista pudo “desangrar” y explotar a los pueblos africanos. De allí que –en cierta forma- los países africanos que cursaron los caminos de las luchas de los movimientos de liberación nacional, y lograron poner cierto freno al neocolonialismo y a las propias medidas neoliberales (PAE, recorte de gastos sociales, “democratización”) con medidas socializadoras, hoy se encuentran en mejor situación política y económica nacional para integrarse y unirse con América Latina y el Caribe, como quedó demostrado con la posición integracionista con Venezuela de Angola, Argelia, Libia, Namibia, Sudáfrica, Zimbabwe, Mozambique, Mali, Sierra Leona, Ghana, Gambia, Guinea Ecuatorial, Mauritania, entre otros. Precisamente en esos países hay procesos políticos dirigidos a lograr una mayor independencia económica y política de las antiguas metrópolis donde el socialismo no ocasiona rechazo ni tampoco ha dejado de tomarse en cuenta.

Por ello, la Cumbre ASA demostró que las lecciones de la historia están siendo aprendidas en ambos continentes con firmeza, decisión y fuerza, para el bien de nuestros pueblos y como un gran homenaje a Kwame Nkrumah y a todos que como él se entregaron de cuerpo y alma a construir las bases de la futura sociedad socialista.


wongmaestre[AT]gmail.com

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[1“El pensamiento antiimperialista en África”, Ernesto Wong, Revista Política Exterior y Soberanía, IAEDPG, Nro.2 Año 4, Caracas, Venezuela.

[2Ob.cit , pag 75.

[3Ob.cit. pag 81

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