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CHILE - Elecciones 2009: Emociones encontradas bajo una tensa calma

Manuel Villar Burchard

Sábado 16 de enero de 2010, por Barómetro Internacional, Manuel Villar Burchard

Alegría por un lado y una mezcla de desconcierto, pesar, rabia e incertidumbre y también optimismo, por otro; indiferencia en los menos y también preocupación y cautelosas esperanzas. Es la amalgama de sentimientos que prima en los electores a lo largo de esta angosta faja de tierra, que se descuelga por el cono sudamericano hasta más allá del fin del mundo.

Todo ello en medio de una tensa calma en espera de la fase final de uno de los comicios presidenciales más reñidos en la historia política de Chile, el balotaje del próximo domingo 17 de enero.

Hubo en el curso de la historia resultados estrechísimos, pero el desenlace de estas elecciones se considera muy determinante en lo político:

La derecha (representada hoy por los partidos Renovación Nacional y Unión Demócrata Independiente) retomaría el Poder Ejecutivo mediante elecciones después de más de medio siglo ausentes (exceptuando el periodo de la dictadura, 1973-1989, en el cual cogobernó con los militares).

Es una posibilidad cierta, y aquí se vive ya un anticipado ambiente de triunfo, que se refleja también en su propaganda electoral (franjas televisivas) que ofrece el cambio, con el candidato presidencial Sebastián Piñera a la cabeza. No obstante pesa en contra su calidad de empresario -los cuales no gozan de mucha credibilidad en la opinión publica- y la pesada mochila que ha cargado la derecha en materia de derechos humanos.

En tanto, la Concertación de Partidos por la Democracia podría perderlo todo, después de aquellos 17 largos y sangrientos años de lucha por el retorno a la democracia y dos décadas de gobiernos consecutivos (1990-2010) en las cuales han logrado avances sociales sustantivos, pero aún con deudas pendientes en las áreas de la educación, trabajo, salud y democratización (aún impera la constitución impuesta por Pinochet).

En quienes se identifican con los principios de la Concertación reina la incertidumbre, tras la crisis interna que llevó a dos candidaturas a la primera vuelta del 13 de diciembre último: El socialista Marco Enríquez Ominami, que lideró la escisión, y el ex presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle, que finalmente pasó a segunda vuelta. También hay rabia y descontento con las dirigencias partidarias, incertidumbre y hasta desolación reflejan algunos viejos militantes.

Desarticuladas y con nuevos referentes políticos ad portas, gane o pierda, las fuerzas sociales y políticas representadas por la coalición concertacionista y las fuerzas de izquierda de Juntos Podemos, están frente al desafío de recomenzar un largo proceso de reformulación y de renovación en pos de las anchas alamedas vislumbradas y legadas por Salvador Allende.

En tertulias de amigos, en cafés, en bares, en conversaciones de pasillo de empresas privadas y entidades públicas, a través de mensajes electrónicos, en diálogos familiares, en frescas tardes de este caluroso periodo estival, la interrogante es ¿quién saldrá presidente? ¿Cuánto ha afectado la división en la Concertación? ¿Podrá la derecha –con el peso de su historia- realmente llegar al poder a través del voto popular?

Las preguntas se las hacen desde el más desinformado de los ciudadanos hasta el observador más acucioso.

Sólo los medios de comunicación, en manos de poderosos grupos económicos, han instalado la certidumbre de que Piñera como representante de una “derecha renovada” será triunfador frente a una gastada y desarticulada Concertación, enfatizan. (La más reciente encuesta realizada por el conservador diario El Mercurio lo da como ganador con un poco más de dos puntos porcentuales de ventaja).

Todos los analistas y observadores hablan de un resultado extremadamente estrecho, de una lucha voto a voto por el sillón presidencial del Palacio de Moneda, el mismo que fuera bombardeado el 11 de septiembre de 1973.

Las respuestas son inciertas, tibias y se percibe indiferencia a partir de la convicción no menor de que en definitiva nada cambiará, sea quien sea el ganador, pese a la larga lista de ofertas de más democracia, de beneficios sociales, de más empleo, de calidad en la gestión y promesas de desarrollo, hecha por los candidatos presidenciales.

Nadie discute la continuación del modelo marcado por la economía liberal de mercado, los indicadores macroeconómicos no se alterarán en su favorable variación, Chile seguirá creciendo –aunque sea por inercia del mercado y no por cambios estructurales- y la siempre postergada clase media continuará, a duras penas y con no pocas restricciones, alimentando las arcas del poderoso mundo financiero vía endeudamiento.

Esa percepción va unida a que en suma la prioridad de un desarrollo, entendido como la suma de crecimiento y bienestar, continuará en lista de espera con uno u otro gobierno (salvo acontecimientos impensables hoy), con una gran parte de la población postergada en lo económico y lo social. Y la brecha entre pobres y ricos no sería muy distinta a lo que hoy describe la CEPAL: amplia y profunda, en la paz y armonía garantizadas por una democracia siempre cautiva por la Constitución heredada de la dictadura.


manuelvillar[AT]yahoo.com

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