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COLOMBIA - Galopa la guerra

Darío Botero Pérez

Miércoles 10 de marzo de 2010, puesto en línea por Barómetro Internacional, Darío Botero Pérez

Despedida al primer año de desengaño

Con la ilusión mestiza, elocuente y estéril:
El premio Nobel de Paz de 2009

empeñado en desencadenar

la tercera guerra mundial en 2010

La necesidad de desatar la guerra mundial es cada vez más urgente para el Imperio sionista, en franca decadencia y sumido en una crisis de la cual
sólo lo podrían sacar su armas; ese enorme arsenal que -dándole poder
suficiente para destruir el mundo varias veces o para borrar del planeta a
quien quiera (o pueda, más bien)- lo ancla al pasado y lo ha condenado a
desaparecer con la Historia. Así, la profecía de Francis Fukuyama, el autor de “El fin de la Historia”, ha tomado un giro inesperado, pues lo que se termina son la Historia y el último Imperio, en vez de la humanidad; si es que la humanidad sale a defenderse, lo cual tiene que ser ya.

Y lo que adviene es la Nueva Era, donde las guerras y la iniquidad no tienen cabida. El modelo usano, presuntamente superior al soviético, no se eterniza sino que todos los paradigmas consumistas quedan descalificados y tienen queser rechazados y reemplazados, con el concurso de todos los saberes yrescatando y evaluando todos los posibles modelos armónicos. Éstos han logrado sobrevivir durante milenios, y resistir la persecución enajenada de occidente, durante los últimos 500 años, lo cual les otorga notable validez.

Por fortuna, la ruina moral de USA se hizo patente para el mundo entero con las canalladas del mitómano asesino y tarado, George W. Bush. Y Obama ha perdido su credibilidad y el apoyo que tuvo, pues ya no engaña a nadie pensante, de modo que los halcones están prestos a retomar las riendas del manejo del poder imperial, suplantando al simpático moreno, tan incapaz. De ahí que el guerrero McCain vuelva a dar la cara agitando sus tesis guerreristas de gran potencia, e incitando a profundizar las invasiones y la ofensiva asesina, inclusive con aviones no tripulados para que los “héroes”usanos no sean muy abundantes, pero las víctimas indefensas de los países atacados puedan contarse por millares, de modo que al momento del saqueo haya poca oposición, si es que alguien se atreve a protestar.

Eso se llama eficiencia militar y es prueba de superioridad, como lo
reconoce cualquier republicano, aunque sea tan tarado como Bush o la Sara Palin, o tan brillante como el payaso Glenn Beck u otros trogloditas que, inclusive, existen en nuestra noble patria, como veremos. Conocidos políticamente como los “Neocon”, y cuyo fuerte político tradicional ha sido el partido republicano, pues los potentados más liberales suelen arroparse con las banderas del partido demócrata; es tan evidente la influencia de los halcones en el gobierno de USA -desde hace años; en particular, desde Nixon; su Secretario de Estado, el sobreviviente Henry Kissinger, aún pecando en el actual gobierno; y su Capitalismo Salvaje-, que no tienen inconveniente en continuar abiertamente con sus planes de guerra, haciendo caso omiso de Obama, como si los republicanos Bush o McCain fuesen el presidente, y no el demócrata hawaiano keniano.

El golpe en Honduras fue una bofetada al iluso y camaleónico prestidigitador que funge de presidente, quien no pudo evitar el apoyo de los congresistas republicanos y de la burocracia heredada del abiertamente criminal régimen de Bush, a Roberto Micheletti y las derechas extremas del pequeño y pobre país. Por eso, el golpista, presidente espurio, pudo burlarse de Obama, retar al mundo, y salir como senador vitalicio después de que “Pepe” Lobo asuma, el 27 de enero, la presidencia que aquel ocupó por asalto.

La guerra de reconquista de su “patio trasero” los tiene apurados y desesperados al constatar que pocos gobiernos están dispuestos a arrodillárseles, como solían hacerlo la mayoría, antes y durante el período del embustero criminal y retrasado mental, Bush Jr. Para desatarla, el segundo objetivo de los halcones es traer sus armas y sus tropas a las siete bases militares en Colombia que Uribe, acosado por su propio desespero, les cedió anticonstitucionalmente, confiado en que lo apoyarán en sus anhelos personales de reelección y de impunidad. Así complementan la guerra mundial, cuyos focos en los países islámicos están ardiendo, y que con el frente latinoamericano causarían el caos necesario para que los potentados se reencauchen y sigan girando con el mundo, al ritmo que ellos impongan, si nos dejamos.

La perfidia del moribundo Imperio es tan obvia, que pocos gobiernos, que
dependen de su electorado, se muestran dispuestos a acatar y secundar sus planes de guerra incondicionalmente. Aunque lo harán si los pueblos no se levantan para exigir la paz y el cambio radical de las instituciones y del deplorable modelo económico consumista que nos tienen al borde de la
extinción. Desde luego, la guerra que salvaría al Imperio constituiría el desastre total. Por eso, quienes la promueven, quienes han caído en ese juego, mortal como el que más, son los verdugos de la vida y la vergüenza de la especie.

Obran como títeres del Imperio, carentes de todo concepto de dignidad y auto estima.

Aunque a sus apologistas les parezca una fantasía paranoica y sin
fundamento, y se nieguen a relacionar el análisis de los hechos a pesar de que están altamente correlacionados desde el punto de vista de la lógica
imperial; si se entiende la urgencia estratégica para adelantar la ofensiva
bélica que los salvaría de su galopante ruina, tiene mucho sentido la
acusación de que USA causó, entre otros, el terremoto de Haití, empleando
avances técnico-militares que parecen de ficción; tanto como que fue
protagonista principal del golpe en Honduras, como organizador y defensor; o que, desde mediados de 2008, obligó a Uribe a aceptar la invasión anunciada a Colombia para atacar el vecindario, después de que Correa se negó a prorrogar su presencia en la base de Manta y Alan García no se decidió a tiempo o no se mostró tan ágilmente rastrero como Uribe. Algunos posibles actores estarían siendo víctimas de provocaciones, como Chávez. Otros participan concientemente en el acatamiento y el impulso de la decisión imperial, como Claudia Gurisatti en Colombia.

Ella es una periodista de RCN, ahora vinculada a NTN24, quien mantiene una virulenta campaña, personal y permanente, contra Chávez. En los últimos meses ha mostrado un interés evidente en retar al coronel, a quien no le perdona que le haya negado la renovación de la concesión vencida a un canal de televisión dedicado a atacarlo, y que no respete los privilegios de la oligarquía tradicional y de los politiqueros que le sirven, prefiriendo gastar en los pobres los petrodólares que siempre se habían repartido las élites. Su intención es mantener un hostigamiento constante sobre Chávez, buscando exacerbarlo hasta que ofrezca pretextos para justificar la invasión que tienen planeada los halcones con el propósito de agregarle a la guerra mundial el foco latinoamericano, y apoderarse de nuestras riquezas, de una vez por todas y para siempre.

El empeño de la periodista, al servicio de Carlos Ardila Lule y de los
intereses del Imperio, constituye una sublime canallada, típica de quienes
viven convencidos de que el pueblo existe para subordinárseles y obedecerles, sin revirar ni aspirar a nada que no le quieran brindar por las buenas sus superiores. Tampoco les cabe duda de que las riquezas pertenecen por derecho propio a los potentados, así sean extranjeros y, por tanto, ajenos al terruño patrio, o, sobre todo, si lo son. Para reforzar su criminal propósito echándole gasolina al fuego, la destacada, admirada y criticada periodista logró contratar a su ídolo de juventud, el superficial seductor, frívolo, culto y muy amigo de las derechas, Jaime Bayly. Es un cínico burlón, plenamente autosuficiente, potencial candidato a la presidencia del Perú, con el aval de un partido llamado “Cambio Radical” -como un grupúsculo uribista, nido de asesinos y narcotraficantes de derecha-, lo cual refuerza su grandeza y augura reforzar la desigualdad y la pobreza en su patria, también condenada a convertirse en un país paria, como Colombia desde el gobierno del Pollo López y su antecesor, Misael Pastrana, el que ejerció en vez de Rojas Pinilla, quien había obtenido la mayoría de los votos.

El milagrito se lo hizo Lleritas, el enano rabioso que se ganó el corazón de
nuestros masoquistas al mandarnos a encerrar en las casas mientras cocinaba el fraude a la voluntad popular el 19 de abril de 1970, y quien es uno de los héroes de Álvaro Uribe y abuelo del furibundo candidato Vargas Lleras, el jefe del *Cambio Radical* colombiano, si no me equivoco. El candidato del “Cambio Radical” peruano, desde su primer programa en NTN24, no deja de ridiculizar e insultar a Chávez cada noche, como no lo puede hacer la tendenciosa Claudia, celosa de su profesión y guardiana de su dignidad. De ella también se burla con sorna el simpático peruano, pateando irresponsablemente su lonchera.

No resiste las ganas de gozarse a la apasionada guerrera. Sabe que lo necesita, pero él no está dispuesto a caer con semejante heroína, tan vehemente e ineficaz. Al fin y al cabo, ofertas de trabajo no le faltan, según nos quiere hacer creer. Con su campaña permanente de provocación, la destacada pareja espera sacar de casillas a Chávez, tanto como alimentar en la opinión pública la idea de que él está instigando la guerra, cuando lo que manifiesta es el temor cierto de que USA la desate a las espaldas de los crédulos e ingenuos, pues sus intenciones son tan claras como evidentes son sus actos. El evidente más reciente, pavoroso y estremecedor, es el acto de la absurda invasión militar a Haití, que es innegable e injustificable hasta para los más fervientes serviles del Imperio, pues es ininteligible que para atender a las víctimas se envíen tropas en vez de médicos.

En vez de personal capaz de mitigar los daños, llevan a quienes se sospecha que los causaron y tienen la misión de terminar con los sobrevivientes aún no rescatados, pero que siguen vivos, aunque quienes deberían rescatarlos prefieran negarlo. También, calificándolos de delincuentes, intentan eliminar a los que quedaron ilesos y se ven obligados por el hambre a arrebatarles las ayudas que sus presuntos “salvadores” no les han sabido entregar, demostrando una incapacidad logística que debe avergonzar a los gobiernos y enfurecer a los pueblos, en todo el mundo.

En cuanto a su promoción de la guerra en su patio trasero, suponen que desde ahora hasta cuando las bases imperiales en Colombia sean operativas, los ánimos estarán bastante caldeados; y que Chávez les habrá ofrecido suficientes pretextos para justificar los bombardeos a Caracas y los demás lugares que resuelvan atacar, pues Afganistán e Irak demuestran que así será, si no basta lo hecho por los sionistas en Palestina entre diciembre de 2008 y enero de 2009 y que, bajo cuerda, no han dejado de hacer, aunque con menos espectacularidad. ¿O, si no, qué destino le van a dar a tantas armas, tan sofisticadas? ¿Será calumnia o maledicencia postular que piensan emplearlas para imponerle al resto del mundo su superioridad militar, tan bien equilibrada con su bajeza moral y su ruindad ética?

Las víctimas de Haití nos exigen preguntárnoslo y denunciar categóricamente a los degenerados criminales, dispuestos a arrasar con los sobrevivientes que no han sido rescatados, cometiendo un crimen pavoroso a la vista de todo el mundo, si es que los marines dejan que los periodistas sigan dando cuenta de lo que ocurre. Con arrogante impaciencia, pisoteando a la comunidad internacional y ofendiendo la dignidad humana, no han tenido inconveniente en erigirse en los únicos determinantes del destino del golpeado país y sus habitantes.

Ansiosos esperan dar la orden de que sus retro-escavadoras inicien lo más
pronto posible el proceso de limpieza de escombros que les permita descansar en paz a los ilusos que confían en que serán rescatados. Entre menos habitantes raizales queden, más fácilmente les podrán desconocer sus derechos humanos, sociales y políticos, tanto como apropiarse definitivamente de su territorio y lo que quede de sus riquezas, en un país que hace años está exhausto, y que siempre ha estado sujeto a los intereses del Imperio anacrónico que, resolvió someterlo, invadiéndolo y exprimiéndolo hasta límites increíbles, cuyas consecuencias se ven en sus desiertos y en la pobreza, el atraso y el desamparo de su gente.

Tal calamidad ocurrió entre 1915 y 1934, hasta cuando consideraron que el
cipayaje que habían consolidado era confiable, de modo que podían ahorrarse el gasto y el desgaste de gobernar directamente. Por eso consideran su derecho exclusivo, refrendado por la Historia, a invadirlo de nuevo y cada que se les antoje. Están convencidos de que la intervención de cualquier otro poder internacional es un abuso contra sus derechos imperiales. ¿Será que ahora les remordió la conciencia y van a reparar los daños causados durante tantos años? No parece que 10.00 hombres armados hasta los dientes tengan ese propósito, pero puede ser que uno es muy mal pensado.

Retomando los planes de la guerra que oculte la ruina del absurdo Imperio; para atacar a Venezuela, pretendiendo contar con motivos serios para usar justificadamente las bases colombianas ocupadas por USA -con la venia de Uribe, quien ha violado toda legalidad, y hay que repetirlo para evitar que se salga con la suya, poniendo en entredicho la dignidad del pueblo colombiano ante los pueblos hermanos y el resto del mundo-, de una vez han construido cargos “graves” contra Chávez, de modo que no es necesario que el dúo Gurisati-Bayly tenga éxito en sus provocaciones, aunque su labor disociadora les es muy útil a los halcones,

Afirman que Chávez exporta su revolución bolivariana y maneja a los presidentes de los países que están buscando su propio camino de desarrollo, autónomo y amable con el planeta. Que apoya a las guerrillas colombianas, lo que daría pié para acusarlo de terrorista y atacarlo sin demora. Y que se ha convertido en cómplice de los narcotraficantes al permitir el tránsito de drogas ilegalizadas por su territorio.

Es curioso que la producción de las drogas alucinógenas, o los crímenes de
Estado cometidos en Colombia, o la obsesión de Uribe por perpetuarse en el poder, no merezcan repulsa y quepan dentro del concepto de democracia mafiosa y neoliberal; pero que sobre la democracia popular (o populista, según prefiere llamarla la derecha universal unida) instaurada en Venezuela, cualquier medida sea criticada ácidamente y considerada una violación grave a los derechos humanos o a los principios de la democracia liberal, suficiente para merecer la eliminación del caudillo caribeño.

Estamos amenazados por idiotas asesinos, cínicos y notablemente torpes
 fieles reproducciones del criminal George W. Bush-, desesperados por cuajar una guerra mundial, lo cual nos obliga a denunciar la mortal maniobra y a luchar a toda costa para evitarla. No podemos descuidarnos ni hacernos ilusiones. El peligro es inminente. En pocos días serán hechos y no simples previsiones, en caso de que en Colombia no seamos capaces de impedir convertirnos en una colonia invadida militarmente por USA.

De ahí la urgencia para desenmascarar a Uribe, pues lo que se viene es la
guerra externa, y ésa es la mayor desgracia para cualquier país, porque
suele ser más cruenta que las guerras civiles, que también son horrorosas. Pero a los potentados no les importa causar el caos. Y son capaces de destruir el mundo, si el futuro significa que perderán sus privilegios y no serán superiores a nadie, ni tampoco inferiores, pues la sociedad de la Nueva Era garantizará la igualdad esencial, la libertad y la dignidad a todos los seres vivos, incluyendo los humanos, sin discriminaciones ni arbitrariedades.

Las nuevas tecnologías de la telemática y demás, nos ofrecen a todos la
posibilidad de ser lo que somos: uno entre 7.000 millones, ni más ni menos. Llegó la hora de la gente común. Y no es retórica sino una condición indispensable para que la vida tenga alguna esperanza de conservarse. Cada uno resuelve si ejerce y exige ser tenido en cuenta; o si prefiere seguir asustado y acobardado, esperando a ver quién gana, para no ir a equivocarse cuando se arrodille, si es que quedan adónde hacerlo y ante quien, en caso de que prosperen los planes imperiales de guerra.


darioboteroperez@[AT]mail.com

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