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Armas nucleares e intenciones razonables

Bruno Peron Loureiro

Lunes 26 de abril de 2010, puesto en línea por Barómetro Internacional, Bruno Peron Loureiro

Los falibles mortales que hablan en nombre de los Estados raramente son criminales, sin embargo temen, entre otras farsas mal explicadas, que las armas nucleares estén al alcance de grupos “terroristas”.

Tamañas “ideas” –sobreestimando el uso de la palabra- ya fueron escupidas por la boca de personajes tales como la idílica secretaria de Estado pangericana (norteamericana) Hillary Clinton. Otros artífices de la desgracia humana también pronunciaron este disparate. De repente pasaron desapercibidos.

Cada uno quiere hacer la historia a su manera pero, tenemos que reconocer que ella acaba siendo contada de una sola manera. Los poderosos se hacen cargo de su autoría.

El fantasma de la carrera armamentista, la guerra nuclear y cualquier otra tragedia que el ser humano es o ya fue capaz de producir, emerge impetuosamente en las relaciones internacionales. Antes de cualquier especulación, vale la pena entender que la posesión de armas nucleares tiene habitualmente el carácter defensivo o disuasivo. Sin embargo existen excepciones.

Países con gobernantes frenéticos como la Pangérica (EE.UU.) demostraron históricamente sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki que no sería suficiente con la amenaza, y que no lo será para Irán es lo que nos quiere hacer creer su falsa moral, para lo cual utilizan todas las herramientas mediáticas de que disponen.

Pangérica y Rusia pactaron una reducción de arsenales nucleares. Luego la Pangérica convocó en Washington una Cumbre de Seguridad Nuclear a la cual Irán, Corea del Norte y Siria no fueron invitados. El evento contó con la asistencia de 47 países.

El Primer Ministro israelí, Banjamin Netanyahu no participó de la Cumbre, lo cual es comprensible ante su falta de pudor para cometer atrocidades. Israel, Corea del Norte, India y Pakistán no están adheridos el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP) al cual Irán sí pertenece.

Irán nunca ha declarado todavía que su programa de enriquecimiento de uranio esté orientado hacia la guerra, mientras que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) le impone sanciones, por estar postrada al mando de la Pangérica.

Mientras esté en vigor el arreglo artificial entre algunos países, cuya abstracción ciertos analistas acostumbran llamar “comunidad internacional” a falta de una expresión más palpable, el TNP autoriza la posesión de armas nucleares a los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, Pangérica, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China. De ellos depende la supervivencia de todos los demás países que, sometidos e indefensos ruegan para no ser rutas petroleras o contrarios a la “democracia” y la “libertad” (de los que oprimen y masacran impunemente)

África del Sur y Cazakistán renunciaron a sus programas nucleares. India y Pakistán poseen declaradamente armas nucleares, pero no son considerados como “amenazas” por los patrones del mundo. El recóndito Irán al contrario, surge como un villano que se resiste a la posibilidad de un ataque por parte de los poderosos monopolizadores del poder.

Mientras duraba la Cumbre, en la cual participaban amenazas comprobadas a la paz mundial, el presidente iraní Ahmadinejad dirigió una carta al Secretario General de la ONU, acusando a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de apoyar el terrorismo en la región. Se enviaron pruebas documentales, en lugar de afirmaciones sobre posesión de armas biológicas y químicas que nunca aparecieron ni siquiera después del ahorcamiento de Saddam Hussein en Irak.

Escoger entre la posición de un país que ya usó bombas atómicas y la de otro que ni siquiera menciona la construcción de estas armas no es difícil, cuando se emplea la razón y el buen sentido. Es fácil situar dónde está el disparate.

La publicidad nos induce a acepar visiones que encubren la Historia. Así se crea la “opinión pública”.

Nadie condena un país que simplemente reduce una arsenal nuclear estratosférico, sin embargo se execra cualquier tentativa de defensa de los más débiles por medio de la disuasión (quien tiene poder de fuego inhibe el ataque del enemigo). Algo está muy errado en esta balanza.

Si nos dieron una cabeza, ¿por qué pensar con la de los otros?
Recuérdese de consultar siempre a su conciencia.
Todavía existen intenciones razonables.


Bruno peron

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