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MÉXICO - Cancún: la privatización del aire y la expulsión de los pueblos indígenas

Ollantay Itzamná

Lunes 6 de diciembre de 2010, puesto en línea por Jubenal Quispe

Sin cámaras, ni periodistas, sólo protegidos por el Corazón del Cielo y el Corazón de la Tierra, bajo la mirada atenta y muda de la sagrada montaña Celaque (cumbre más alta de Honduras), miles de indígenas lencas (sobrevivientes al exterminio colonial y al colonialismo interno republicano) marchan por las carreteras polvorientas, del Departamento de Lempira-Honduras, proclamando: “los bosques no se venden, los bosques se defienden”, “el aire no se vende, aire se defiende”. ¿Qué ocurre con este pueblo indígena, recluido en las montañas profundas de Honduras, que, ahora, demanda el respeto de sus bosques?

El mesoamericano pueblo Lenca, al igual que los otros ocho pueblos indígenas de Honduras, siente que los ejecutivos del señor Mercado (ahora apellidado “de Carbono”) rondan por sus comunidades indígenas, ofreciendo hasta 17 mil lempiras por manzana de las tierras boscosas (cerca de 900 dólares) para el mercado de carbono.
Estas tierras comunales, despreciadas por terratenientes y el propio

Estado, jamás se valuaron por encima del equivalente a 40 dólares la manzana. Pero, ahora que la Madre Tierra ha sido devastada en más del 85% de su extensión total, con nefasta consecuencias climáticas y financieras, los especuladores del mercado, salen a comprar los bosques para comerciar con el carbono, el nuevo activo tóxico del planeta. El Mercado lapidado por la crisis especulativa necesita circulantes. Por eso, ahora, se inventan los bonos (certificados) de carbono para inyectar más dinero a las cuentas de los especuladores, vendiendo incluso uno de los últimos bienes de la humanidad, el aire, y sin renunciar a sus estilos de vida ecocida y suicida.

Mientras tanto, otros ejecutivos del señor Mercado, en Cancún, México, hacen lobby para definir las reglas sobre la compraventa del aire en el mercado internacional, en la 16ª Conferencia de Partes sobre Cambio Climático. Aunque, ya con la implementación de los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), del Protocolo de Kyoto, se dio inicio a la mercantilización de los bosques y del aire. Honduras tiene 17 proyectos de MDL (hidroeléctricas), aunque luego de recibir la plata no cumplió con los compromisos socioambientales adquiridos.

En este carnaval climático, en Cancún, legalizarán la privatización mundial del aire. Sí, aunque Ud. no lo crea, y le suene a ciencia ficción. Para tal efecto, privatizarán los bosques mediante los programas de REDD (Reducción de Emisión por Deforestación y Degradación de los Bosques), definirán un mecanismo financiero (para repartirse las invaluables ganancias económicas generadas por el negocio del aire en un planeta intoxicado) y crearán un Comité de Tecnologías para el cambio climático (sin abandonar la “civilización” del petróleo, ellos dirán a qué otras fuentes de energía debemos acudir, y qué tecnologías “modernas” debemos comprarles y aplicar). ¡Es un verdadero eco colonialismo de los energívoros sobre los pueblos empobrecidos!

Ellos ensuciaron y destruyeron sus bosques, pero, ahora, no sólo nos “expropian” los nuestros, sino que ellos nos “enseñarán” el cómo debemos cuidar el pulmón de nuestra Madre Tierra. ¿Con qué autoridad moral un ejecutivo de una transnacional podría enseñar a un indígena lenca (Honduras), machiguenga (Perú) u ogooni (Nigeria) a cuidar sus bosques o a utilizar energía sustentable?

En Copenhague prometieron hasta 100 millones de dólares anuales para ayudar a la “buena” muerte de las y los sobrevivientes de los efectos del cambio climático en los países empobrecidos. Pero en Cancún, definirán cómo se repartirán ese dinero (mediante sus propias consultoras), aparte de privatizar el aire y despojar de sus bosques a los pueblos del Sur. Ahora sí viajamos en la nave Tierra pilotados por enfermizos homínidos, con la adrenalina al tope, bajo los delirantes efectos de la avaricia. Lo triste es que la gran mayoría nos encontramos encerrados en el compartimento de carga, mientras quienes deciden nuestra suerte viajan en la clase ejecutiva súper lujo de la nave.

Cuando las y los lencas salen en defensa del aire y de los bosques, al igual que los otros pueblos indígenas del mundo, presienten no sólo un nuevo despojo a gran escala de su habitad, sino una apoteósica tribulación nunca antes vista. Saben que la visita de los mercaderes de carbono hasta las faldas del Celaque es un presagio malagüero. Los pueblos indígenas, mal que bien, cuidaron y cultivaron los bosques. Por eso dichos ecosistemas, ahora, se encuentran en la situación apetecible. Y, entonces, nuevamente sus últimas “riquezas” se constituyen en una muerte anunciada. Ocurrió con el oro, la plata, el petróleo, las tierras fértiles, sus fuerzas de trabajo. ¡Ahora, sus bosques!

Quizás Ud. dirá que con los programas de REED no siempre se transfiere la propiedad de las tierras, sino sólo la capacidad de absorción de carbono por los bosques de esas tierras (servicio ambiental). Pero, ¿qué pasará cuando los especuladores los jueguen dichos certificados de reducción o bonos de carbono en las bolsas de valores, registrando como garantía a las mismas propiedades boscosas? Si bien la mayoría de los bosques en el mundo se encuentran bajo la propiedad de los estados, y en menor cantidad como propiedad de los pueblos indígenas. Sin embargo, la privatización del aire, con la garantía de los bosques, es el acabose de los pueblos indígenas del mundo. ¿Cuál fue la suerte de los milenarios guardianes de los bosques con la fiebre de las áreas protegidas?

Sin autodeterminación, sin territorios, sin tierras fértiles, subalternos y sin idiomas los pueblos indígenas sobrevivieron. Pero sin sus bosques no sobrevivirán. En los bosques están la vida de los pueblos y la de nuestra Madre Tierra (el agua). En los bosques están las farmacias, laboratorios, bibliotecas y centros del saber de los pueblos indígenas. Los bosques son el templo de las divinidades y de los/as ancestros/as. Los bosques son nuestras despensas y pulmones de nuestra Madre Tierra.

¿Qué hijo/a vendería las partes sanas del pulmón de su Madre convaleciente con cáncer respiratorio? Los bosques no se venden, los bosques se defienden porque son hermanos nuestros que posibilitan la subsistencia de la vida en sus múltiples manifestaciones.

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