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El último heterodoxo

Miguel Guaglianone

Domingo 5 de agosto de 2012, puesto en línea por Barómetro Internacional, Miguel Guaglianone

Con casi un siglo de una intensa vida a cuestas, acaba de morir Roger Garaudy, uno de los más importantes y polémicos pensadores y militantes del siglo pasado.

Nacido en el seno de una familia obrera en Marsella en 1913 , desde muy joven se destacó como estudioso y militante. En 1933 ingresó al Partido Comunista Francés, en el cual militó durante cuarenta años. Llegó a ser uno de sus más importantes dirigentes y un ideólogo innovador. Con un doctorado de Filosofía en la Sorbona (y otro posterior en la Universidad de Moscú), se convirtió en primer lugar en una autoridad en Hegel. Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo preso y a punto de ser fusilado en Argelia por el gobierno colaboracionista de Vichy. En los años 50 polemizó con Jean Paul Sartre y Luis Althusser, en su búsqueda de una cara nueva y diferente del marxismo, polémica que se reflejó en su libro “Marxismos del siglo XX”. A fines de los años 60, fue expulsado violentamente de su seno, por un Partido Comunista ortodoxo que no admitió su oposición a la invasión soviética a Checoslovaquia y su apoyo incondicional a la rebelión estudiantil del 68.

Desde allí y como independiente, comienza a elaborar nuevas ideas respecto de la crisis general de nuestra época, crisis que entiende civilizatoria. Propone el abandono del pensamiento eurocéntrico y el reconocimiento de los valores y saberes de otras culturas para poder enfrentar la decadencia. A la vez, sin abandonar su visión marxista, se declara cristiano. Su deserción y oposición a la visión eurocentrista y xenófoba de Occidente le valió el ataque de numerosos intelectuales contemporáneos, incluso de “vacas sagradas” como Focault o Derrida. Propuso en esa época –junto a individuos de la talla de Erich Fromm, Jules Nyrere o Hélder Cámara– el “Proyecto Esperanza”, en la búsqueda de crear un movimiento internacional integrador de culturas y capaz de asumir el desafío de elaborar una nueva visión para enfrentar el futuro.

En 1982, luego de su matrimonio con la palestina Salma Farouqui, se convierte finalmente al Islam, y adopta el nombre de Ragaa en lugar de Roger. En 1996, a los 83 años, y en pleno proceso de endurecimiento de su posición frente al sionismo, escribe “Los mitos fundacionales del Estado Israelí”, donde arremete contra la versión histórica del Holocausto y la versión de los aliados sobre los nazis. Este libro le hace valer por parte del “democrático” estado francés una condena de cárcel y una multa (que nunca se hicieron realidad) gracias a una ley vigente que impide cuestionar “los crímenes contra la humanidad”, y que como alguien decía, da potestades a los jueces franceses a decidir sobre la verdad histórica.

Su última tarea estuvo relacionada con la intención de revivir la grandeza de la Universidad de Córdoba, para lo cual creó la Fundación Paradigma Córdoba y la alcaldía de esa ciudad le cedió la Torre de Calahorra, en la cual se instaló un museo. A pesar de que a fines del 2011 (con ya 88 años de edad) dos ataques cerebrales habían restringido mucho su actividad, hasta el día de su muerte estuvo al frente de la fundación, intentando todavía el “diálogo de civilizaciones” y la “unión sinfónica” de las culturas.

Como podemos ver en este apretado resumen, tuvo una extensa vida signada por la controversia. Fue un hombre atacado por todos los sectores políticos, desde la extrema derecha hasta la izquierda, todos lo combatieron en algún momento y descalificaron sus ideas y posturas. Fue a la vez un intelectual destacado y un militante activo por sus ideales.

Cuando se lee algo de su extensa obra (más de 50 libros) –en la que dio los argumentos y razones de sus distintas posiciones políticas, ideológicas y de conocimiento– lo más posible es que se esté de acuerdo con algunas de ellas, se sea indiferente a otras, y se sea totalmente opuesto a algunas más. Esto es debido a que es muy difícil abarcar y apoyar todos los cambios temerarios de sus premisas a lo largo del tiempo. Los comunistas no le perdonaron haberse declarado cristiano y haber propuesto otra visión del marxismo. Los propios cristianos no pudieron creer que alguien tan comprometido con el marxismo pudiera haberse convertido realmente. Los intelectuales europeos no le perdonaron su traición al eurocentrismo. Finalmente, los “occidentales” contemporáneos no perdonaron su conversión al Islam y su defensa acérrima de los palestinos. El apoyo que tuvo de parte del Islam actual luego de su conversión, justificó la acusación de “traidor” de una “comunidad internacional” que ha venido utilizando al Islam como el “demonio a vencer.”

Pero a pesar de todo esto, si somos capaces de evaluar su trayectoria con imparcialidad, descubriremos que todas sus luchas y sus posiciones estuvieron siempre guiadas por una visión central: su profundo humanismo. Su necesidad incontenible de encontrar y desarrollar una espiritualidad de la que carece nuestra cultura contemporánea, y que siempre consideró esencial. Creemos que esto es lo que lo convierte en un personaje fundamental en nuestra historia actual.

En lo personal, muchos de los que opinamos que la crisis que hoy enfrentamos está originada más allá de los sistemas políticos y económicos, que es una crisis estructural de la Civilización Occidental, encontramos en Roger Garaudy la primera voz en el siglo pasado que intentó mostrarlo en toda su magnitud.

“Occidente es un Accidente… La verdadera historia, una historia ya no centrada en Occidente, sería una ’historia de las ocasiones perdidas ’ por la humanidad a causa de una supremacía occidental que no se debe a una superioridad cultural sino a una utilización militar y agresiva de las armas y del mar. La creación de un verdadero futuro exige que se recuperen las dimensiones del hombre desarrolladas en las civilizaciones y culturas no occidentales. Sólo mediante el ’Diálogo de Civilizaciones’ podrá nacer un proyecto planetario para la invención del futuro. Las actuales experiencias de Asia, África y América Latina –la de Ghandi y la de la revolución cultural China, la de la ’Ujamaa ’ de Nyrere en Tanzania, y la de los teólogos de la liberación en Latinoamérica– nos permiten esbozar ya hoy ese proyecto planetario del Siglo XXI….”

Fue escrito con esta claridad en 1977, una premonición de las visiones que estamos desarrollando en el Siglo XXI como alternativas al derrumbe del sistema imperante. ¿Cómo no afirmar entonces que nos encontramos ante la muerte de uno de los individuos preclaros del siglo XX?

Ojalá que nuestra época nos proporcione muchos disidentes al estilo de Garaudy, capaces con sus heterodoxias de hacernos reflexionar y discutir sobre los temas imperiosos y trascendentales de la Humanidad.


miguelguaglianone[AT]gmail.com

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