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NICARAGUA - “Esta vez hicieron el fraude perfecto.” Entrevista con José Antonio Peraza

Equipo Envío

Jueves 15 de diciembre de 2016, puesto en línea por Dial

Noviembre de 2016 - Envío - Entrevistamos al politólogo y experto en estadística electoral José Antonio Peraza, quien estudió acuciosamente los fraudes electorales de 2008 y 2011, para entender mejor lo que ocurrió el 6 de noviembre de 2016

Antes de la imposición de la banda presidencial a Daniel Ortega el 10 de enero de 2012, en su primera reelección, un grupo de estadísticos y matemáticos nicaragüenses, coordinado por el politólogo José Antonio Peraza y respaldado por dos organizaciones, el Movimiento por Nicaragua y Hagamos Democracia, presentó en Managua un estudio titulado «Elecciones 2011: ¿Manipulación o ruptura del patrón electoral histórico?» Con este estudio probaron científicamente el fraude electoral del 6 de noviembre de 2011.

Posteriormente, Peraza publicó otro texto, que tituló «Una radiografía de los fraudes electorales de 2008 y 2011. Ambos textos los publicamos en el número de Envío de enero de 2012. Cuatro años después buscamos de nuevo al “experto en fraudes” para que nos explique cómo hicieron éste, qué mecanismos usaron, en qué contexto sucedieron las votaciones y si ve futuro para el sistema electoral nicaragüense.

Como que no había elecciones...

Después de las elecciones de noviembre de 2011 resumiste así tus conclusiones: “Tenemos fundamentación empírica en los datos electorales recabados y en la percepción generalizada de la población de que las irregularidades en las elecciones de 2011 fueron tan amplias y variadas que no permiten conocer el verdadero resultado”. ¿Y ahora...? ¿Cómo calificarías las votaciones de 2016?

Ahora fue otra cosa. Esta vez hicieron el fraude perfecto. No hubo competencia porque no hubo oposición, no hubo fiscales que reclamaran nada, no hubo alteraciones visibles el día de las votaciones, no hubo incidentes en las juntas… Todo fue perfecto. Por eso repetía Daniel Ortega esa tarde que había sido una jornada “como que no había elecciones…” Y es que nadie estaba eligiendo nada y el fraude se hizo antes: impidiendo la observación, inhabilitando a la segunda fuerza política para que no participara y dándole participación a partidos satélites que carecen de legalidad y de legitimidad, que representan poco o nada y que sólo buscaban que les asignaran votos para sacar algún diputado y les reembolsaran después el dinero de la campaña que no hicieron… Fue el fraude perfecto porque todo el mundo, candidatos y votantes, sabían desde hace seis meses cuál iba a ser el resultado.

Hubo gente que, de forma espontánea, también organizada, estuvo observando…

Yo mismo lo hice. Como si fuera un votante que se buscaba en el padrón para poder votar visité unas 100 juntas receptoras de votos en Managua, las volví a visitar en otros dos momentos del día y lo hice seleccionando barrios de origen social distinto para hacerme una idea más exacta de lo que estaba pasando. Sé que hubo gente que hizo algo parecido en varios centros.

En otras elecciones he visitado centros de votación y uno sentía tensión. Porque había competencia. Ahora no la había y por eso sentías una armonía total. Sentías que el personal de los centros quería agradar, demostrar que todo estaba tranquilo, que todo iba bien. Te dejaban entrar, recorrer el centro, te saludaban, te invitaban a votar, te ayudaban para que votaras… Había hasta edecanes, identificados así, que te acompañaban… Era el fraude perfecto.

Se sentía la calma antes de la tormenta

¿Qué observaste?

Me llamó mucho la atención no más entrar a todas las juntas la cantidad de gente… Pero enseguida fui comprobando que no era gente que estaba votando, sino personal administrativo, seguramente todos del partido de gobierno. Además de los fiscales de los partidos y de los tres miembros de mesa de cada junta, entre los policías electorales, los procuradores electorales, los miembros del Consejo Nacional de Universidades que “observan” y otro personal auxiliar del Consejo Supremo Electoral, había al menos diez de estas personas por cada junta. En un centro con 20 juntas había 400. En todas las juntas había más personas de éstas que votantes, en todas.

A cualquier hora del día eran escasos los votantes en cada junta y en algunas no había nadie. Si había filas eran de 2 ó 3 personas. Ya en la tarde, a la hora del cierre, me llamó mucho la atención que los rollos de boletas sobre las mesas eran tan gruesos como los que había visto en la mañana. Se habían usado muy pocas. En una de las últimas juntas en la que entré, el presidente de la mesa me invitó a votar, le dije que todavía me estaba buscando en el padrón y aproveché para preguntarle cómo había ido la participación. Sentí que quiso responderme con franqueza, pero enseguida rectificó: “Sí, hubo gente”, me dijo. Yo pensé: Aquí algo pasó… Todo había transcurrido en calma, pero desde temprano todo era extraño. Yo sentía que era la calma antes de la tormenta…

¿Cuál fue la tormenta…?

JAP – La abstención. Al final de la jornada, todas las informaciones, todos los reportes que recibía, me confirmaban que había sido muy grande, como nunca. La abstención es lo único que se les salió del guión del fraude perfecto. Yo siempre creí que iba a haber abstención, pero nunca en esa dimensión.

No podemos probar nada

Se ha escuchado que, como con la abstención les falló el guión, al cierre de las juntas y antes del conteo de votos aplicaron el “plan B” y rellenaron las urnas con boletas marcadas por ellos mismos…

Puede ser. En el último centro que visité, que tiene 19 juntas, cuando ya iban a cerrar y vieron que yo, la única persona ajena al proceso, aún estaba ahí, en 7 de las juntas cerraron no sólo la puerta, también las persianas, que eran de cristales que no dejan ver el interior. Seguramente para que yo no viera lo que hacían. Pueden haber rellenado las urnas con boletas que ellos marcaban o pueden haber alterado las cifras en las actas… Las mañas con que vienen actuando desde 2008 ya las tiene incorporadas el personal que trabaja con ellos. Pero no podemos probar qué tipo de artimañas usaron ahora, como pudimos hacerlo en 2008 y en 2011.

¿Podría ser que los números inflados que ha dado el CSE, tanto de participación como de votación por el Frente Sandinista, correspondan a ese “relleno de urnas” del momento final?

Es probable, pero no hay ninguna forma de probarlo. No hay forma de probar nada. Por eso es un fraude perfecto. Lo que sí podemos probar es si son creíbles o no las cifras que ha dado el Consejo Electoral, si hay contradicciones en ellas. Y no son creíbles y hay contradicciones.

Del padrón “bruto” al padrón “real”

¿Para qué eventualidad negativa se preparó en esta ocasión el FSLN?

Como el fraude era perfecto ellos no temían perder. El temor era que hubiera mucha abstención y se prepararon para disimularla. La herramienta que usaron fue alterar el padrón electoral, que contiene el número de votantes habilitados para votar.

Días antes del 6 de noviembre, el magistrado Roberto Rivas presentó a los medios oficialistas cuatro diferentes padrones de votantes: el padrón “bruto”, así lo llamó, con 4 millones 990 mil 20 personas, prácticamente 5 millones de nicaragüenses en edad de votar. De ese padrón el Consejo saca dos: el padrón “activo”, con 4 millones 345 mil 161 personas y el padrón “pasivo”, con 644 mil 859 personas, que recoge las que han muerto, las que han emigrado y las que no votaron en las dos últimas elecciones generales. Supuestamente, con el padrón pasivo ellos van depurando el activo. Que el Consejo saque del padrón activo a quienes murieron es correcto, pero que elimine a quienes no votaron en dos elecciones o a los que viven fuera es un abuso que debe ser corregido.

La sorpresa de ese día fue que el magistrado Rivas presentó un cuarto padrón, diciendo que era el padrón “real” que se emplearía en las votaciones. En él había 3 millones 800 mil personas. ¿De dónde sacaron esa cifra? ¿De dónde salió ese padrón? ¿Por qué suprimieron a casi 1 millón de personas del padrón que llamaron “bruto”, que debió ser el real? Hasta hoy ninguno de los magistrados ha podido explicar de dónde sale esa cifra. Y eso es importante porque todas las cifras oficiales que ha dado el Consejo de las votaciones del 6 de noviembre toman como referencia ese padrón recortado. Fue recortado para disimular la abstención y aumentar la participación. Tomando como referencia ese padrón que “se sacaron de la manga” aumentaron la cifra de participación, redujeron la de abstención e inflaron el porcentaje de votos para el Frente Sandinista.

¿4 votantes por minuto?

¿Cómo se puede demostrar que las que el Consejo dio son cifras alteradas?

He hecho algunos cálculos considerando los datos oficiales y definitivos que ha dado el Consejo, que son: participación 68.2%, abstención 31.8% y votos para el FSLN 72.5%.

Para que hubiera habido una participación tan alta como la que dice el Consejo, de más de 2 millones y medio de personas, tuvo que haber votado un promedio de 171 personas por cada una de las casi 14 mil 581 mil juntas receptoras de votos que hubo en todo el país. Eso significaría que cada hora votaban 17 personas que cada 4 minutos entraba una persona en la junta y votaba. Y que ese proceso se mantuvo durante todo el día. Totalmente imposible. Lo que vimos, lo que vio todo el mundo, demuestra que eso no pasó. Si hubiera pasado, se hubieran visto filas enormes en cada centro de votación y en cada junta. Y eso nadie lo vio en ninguna parte.

Sabemos que en cada junta hay un número de votantes máximo de 400 personas. Sabemos también que históricamente en las juntas rurales la gente vota menos. Para alcanzar la cifra de participación que da el Consejo en cada junta urbana debieron haber votado en las juntas urbanas hasta 180 personas y en las de Managua, la capital, hasta 200, pero las actas de votación que se han podido recuperar no llegan ni de cerca a esas cifras. Las que tienen más votantes, tienen sólo 90 votantes en todo el día. De la zona central del país y del norte he visto bastantes actas y los votos para el Frente Sandinista son 25, 38, 40, lo más llegan a 90, 92.

Una persona que trabajó para el PLC en Boaco ha logrado reunir casi todas las actas de las juntas receptoras de votos de gran parte de ese departamento y me ha dicho que el promedio de participación es de 66-68 votantes por junta, lo que se aleja mucho del promedio de 171 personas por junta necesarias para que las cifras del Consejo encajen.

En el año 2011 logramos recuperar 9 mil actas de todo el país, una cifra importante, más de la tercera parte del total nacional. Esa cantidad nos permitió sacar conclusiones bastante exactas. Ahora nos movemos con casi ninguna precisión.

Este año sacaron al muerto de la tumba

¿Está claro, entonces, que ellos temían una gran abstención y con ese padrón recortado se prepararon para camuflarla?

Todo lo indica. Recortaron el padrón para calcular el porcentaje de la abstención sobre otro total y así reducirlo. Ellos sabían que la abstención iba a ser alta. Ya en 2011 fue del 41.95% porque desde el año 2008, cuando pudimos probar el fraude electoral en las elecciones municipales, la gente ha ido perdiendo credibilidad en el sistema electoral año tras año.

Este año, si contrastamos la cifra de participación que da el Consejo, que no es la real, contra el padrón real de casi 5 millones, que ellos no usaron, lo que nos da es una participación del 49.86% y una abstención del 50.14% y sin contar los votos nulos.

La gran debilidad de los datos finales que ha dado el Consejo es que se basan en un padrón recortado.

Quedó claro que las muchas encuestas que hizo M&R, que daban una alta participación, del 75% o más, con una abstención muy baja, quedaron por el suelo. La última encuesta de CID Gallup, usando el método de la “caja negra”, le daba 52% de votos a Daniel Ortega con un 42% de papeletas que quedaban en blanco y que significaban abstención. Me parecen cifras mucho más acertadas. Creo que en una elección con competencia real Daniel Ortega hubiera ganado tal vez con esa cifra o parecida, pero hubiera quedado con 47-48 diputados y eso lo obligaba a negociar en la Asamblea. Y eso no lo aceptaba.

En esta ocasión el Consejo dio la cifra de los votos nulos: 90,246. Desde 1996 no la daba… ¿Por qué crees que decidieron dar ahora esa cifra?

Creo que como se hizo campaña por la abstención y también campaña por el voto nulo, querían demostrar, dando las cifras de votos nulos, que el resto de las cifras que daban eran correctas. Y como los votos nulos han oscilado entre 90 mil-100 mil, simplemente pusieron esa cifra. Como las demás, son todas cifras cuestionables, al no tener el referente de un padrón cierto con el que compararlas.

Llevamos años escuchando que el sistema electoral colapsó… Y ahora, ¿qué decir...?

El sistema electoral colapsó con el fraude de 2011. ¿Qué hicieron ahora? Sacaron al muerto de la tumba y lo desenterraron sólo para demostrar que existen sus restos. Terminado el fraude perfecto lo vuelven a enterrar.

La OEA sabe lo que pasó

¿Y los votos para diputados? Las cifras del Consejo dan una gran cantidad de votos cruzados… ¿Es creíble?

Los partidos satélites del FSLN obtuvieron más votos para diputados departamentales que para Presidente. Y hubo más de 200 mil votantes por Daniel Ortega que no votaron por los diputados por el FSLN. No es creíble. Es un comportamiento atípico en cualquier parte del mundo, y en especial en Nicaragua, donde el patrón es votar “en cascada”, no cruzar el voto. En especial esta vez, donde en vez de cuatro boletas, hubo una única boleta que marcar.

Los datos para diputados también lucen inflados. Maximino Rodríguez, como candidato presidencial del PLC, tiene gente que lo apoya en el Norte. Pero estoy seguro que los votos que le han asignado para salir con 13 diputados también se los han inflado. Querían al PLC de Arnoldo Alemán como segunda fuerza.

Tampoco podemos probar nada en las cifras oficiales con las que se han asignado las diputaciones. El caso de Yátama, el partido regional caribeño, fue escandaloso. Primero pusieron una cifra en La Gaceta Diario oficial, que le daba la diputación al dirigente de Yátama Brooklyn Rivera. Días después, en la página web del Consejo, duplicaron los votos por el Frente Sandinista para quitarle la diputación a Brooklyn Rivera… y días después volvieron a cambiar las cifras y se la reconocieron por fin. Posiblemente, por la presión que hubo en la Costa y porque tomaron conciencia del grave error cometido al publicar cifras diferentes. Este año el Consejo ha actuado con una total irresponsabilidad.

En el último momento, Alfredo César, a nombre del Partido Conservador, reclamó tres diputados más de los que el Consejo le había asignado. Su reclamo carece de sustento porque la fórmula de asignación de escaños de la media mayor casi nunca otorga escaños a quienes quedan como segunda fuerza en las votaciones. Las terceras fuerzas quedan fuera, mucho más la cuarta o la quinta, y en ese lugar quedaron los conservadores. Además, si el Partido Conservador no presenta actas de escrutinio no podrá demostrar nada de lo que reclama.

¿Crees que el equipo de la OEA que dialoga con el gobierno llegará a este nivel de detalle para saber cómo funciona aquí el sistema electoral?

En la OEA hay gente experta y sabemos que ya están revisando algunos datos de estas votaciones. Además, tienen la experiencia que les dejó el informe de la misión de observadores que vino para las elecciones de 2011. Y aunque aquel informe era más conciliador que el que elaboró la misión de observadores de la Unión Europea, supieron claramente todas las irregularidades que hubo. Ahora también saben lo que pasó. En 2011 recuerdo que Dante Caputo, que estaba al frente de la misión de observadores que envió la OEA, dijo a mediodía del día de las votaciones: “Navegamos sin radar… porque nos lo taparon.” Así dejaba constancia de las dificultades que tuvo la misión. En 2016, no sólo taparon el radar, sino que lo desconectaron.

La abstención superó el 70%

¿Considerás verosímiles los datos de la abstención que dieron las organizaciones de oposición que hicieron su propia observación?

Hagamos Democracia informó que, según sus observadores, el promedio de votantes fue de apenas 90 personas en cada junta. Los datos de los observadores de Ciudadanos por la Libertad coinciden y son aún más precisos. Basados en observación, en actas de escrutinio y en carteles de resultados de una muestra significativa dicen que en las juntas urbanas votó un promedio de 90 personas y en las rurales un promedio de 50. Eso da un promedio general de 71 personas votando en cada junta.

Multiplicando esas 71 personas por cada una de las 14,581 juntas que hubo en todo el país nos da una participación de 1 millón 35 mil 251 personas, una cantidad que se acerca a lo que pudo ser la realidad, cifra muy alejada de los 2 millones 488 mil 199 votos válidos, más los 90 mil 246 votos nulos, para el total de participantes que da el Consejo: 2 millones 578 mil 445 votantes. Los datos de los observadores voluntarios indican una abstención que supera el 70% y que pudo haber llegado hasta el 80%.

La gente no creyó en el sistema. Lo que sucedió el 6 de noviembre es el descrédito final de un sistema que empezó a colapsar en 2008. La única justificación que yo veía para que un partido participara en estas elecciones era ver lo que hacían ellos para poder denunciarlo y probarlo. Y no han denunciado nada. Los partidos que participaron son cómplices de lo que ha sucedido y son tanto o más responsables que Daniel Ortega de lo que pueda pasar.

No quisieron arriesgarse

¿Superó lo ocurrido tu imaginación, tus cálculos…?

Viendo lo que ocurrió me queda ahora clarísimo por qué eliminaron a la única oposición independiente. Por sus encuestas internas, ellos deben haber sabido con anticipación que iban a tener problemas y que una oposición independiente, aunque tal vez no hubiera ganado la Presidencia, hubiera cambiado la correlación de fuerzas en la Asamblea Nacional.

Hubieran tenido una Asamblea sin mayoría y hubieran tenido que negociar…

No quisieron ni arriesgarse a eso. Y, además, ellos siempre quieren más: si en 2011 se habían asignado 62 diputados, ahora tenían que sacar más, tenían que demostrarnos que su proyecto va adelante, siempre más allá. Con tanta abstención como la que se vio tuvieron que limitarse un poco en las cifras finales que dieron y, además, tenían que repartirle diputaciones al PLC para convertirlo en segunda fuerza y dar también alguna diputación a los partidos satélites para que callen y acepten lo ocurrido.

Me queda claro que el razonamiento de Daniel Ortega fue: no estamos seguros, los datos nos están diciendo cosas que nos preocupa, entonces vamos a eliminar la segunda fuerza, vamos a ponernos de acuerdo con los que quieran jugar con nosotros y vamos a llevar a nuestra gente a votar… y lo que nos haga falta para aumentarnos el porcentaje de 2011 lo rellenamos después.

Daniel Ortega sabe bien lo que ocurrió

¿Cómo quedamos en Nicaragua después de este fraude perfecto?

Aquí se requiere un acuerdo nacional para cambiar del todo el sistema electoral. El actual no es reformable, no es salvable. Cualquier partido que acepte participar en elecciones con este sistema quedará descalificado. Conozco a muchos fiscales que trabajaron para el PLC apoyando a Maximino, que se metieron a estas elecciones diciendo “Con una votación masiva se la ganamos, porque eso ya lo logramos en 1990. Si ya lo logramos en el pasado, ¿por qué no ahora?”. Pero ese “pasado” ya no existe. Con el actual sistema electoral no es posible ganarle a Daniel Ortega. Hay que refundar todo el sistema, desde arriba hasta abajo. Pero no veo a Daniel Ortega queriendo hacerlo. Porque se siente legitimado con las cifras que le dio el Consejo y porque no siente suficiente presión popular. Y si antes del 6 de noviembre tenía dudas, ahora ya vio la realidad, ya está convencido de lo que saldría de una elección auténtica.

Daniel Ortega negocia al borde del precipicio y no negocia para conceder nada. Negocia sólo para ganar tiempo. No acepta ni entregar el poder ni arriesgarlo ni facilitarle a nadie el ganarlo. Estamos ante un problema muy serio. Porque nadie mejor que Daniel Ortega sabe bien lo que ocurrió. Sabe que su poder está seriamente cuestionado. Sabe que hay un amplio sustrato de gente que no está de acuerdo con que él siga ahí, que quiere un cambio. Lo expresó silenciosamente, de manera pasiva, pero lo expresó. Y sabe que la maquinaria del Frente Sandinista no funcionó como esperaba.

La mayoría quiere un cambio

¿Algún país de América Latina ha vivido una crisis electoral similar?

No, ninguno. Sólo en Nicaragua tenemos un sistema electoral colapsado totalmente. En el resto de los países de la región ha habido problemas, pero se han ido subsanando y ha habido avances. En Nicaragua estamos en la prehistoria. Y lo que más me preocupa es que este problema no nació ahora, empezó en 2008 y lo dejamos pasar.

Me preocupa no ver voluntad en el poder de cambiar. Tampoco los poderes fácticos lo están exigiendo. Si el empresariado, el mayor poder fáctico en el actual modelo, ha sido capaz de legislar decenas de leyes, de proponer leyes, de reformarlas, de lograr que se eliminen leyes que no les convienen, ¿qué más importante que exigirle a Daniel Ortega que cambie el sistema que define la conducción del país? Es lamentable que lo que estén proponiendo después de lo que ha pasado es “borrón y cuenta nueva”.

Eso es irresponsable y es aún más grave considerando la historia de Nicaragua, recordando cómo la falta de una salida electoral ha provocado decenas de guerras, cuartelazos, muertes, exilio… El NO masivo de la gente indicó que la mayoría quiere un cambio, que la mayoría quiere libertad. Mi esperanza es saber que las luchas en Nicaragua nunca han sido por hambre, siempre fueron por recuperar la libertad.


Envío, número 416, noviembre 2016.
http://www.envio.org.ni/articulo/5272

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