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Información, desinformación y propaganda

El incidente Vargas Llosa

Ariel Zúñiga

Martes 2 de junio de 2009, por Ariel Zúñiga

El 1973 mi abuelo, Avelino Núñez, consultado por los realizadores de la "Batalla de Chile" sobre si le agradaba la incorporación de Carlos Prats al ministerio del Interior respondió: "No me parece que los ministerios sean un lugar para los militares, ellos deben cumplir otra función". Mi abuelo, a penas un obrero de la Fenza, cordón industrial Cerrillos-Maipú, quizá estaba equivocado en muchos asuntos pero cuando descubrí hace un poco más de diez años dicha grabación no cabía en el asombro de tener tanto en común con alguien que no alcancé a conocer. Él murió en Venezuela en 1987 producto de un cáncer, consecuencia inevitable de su función de pulidor. Por ideas similares su casa fue apedreada en varias oportunidades en la unidad popular cuando todos sus vecinos y colegas eran allendistas; cuando se instalaron en gloria y majestad los militares, la mayoría de ellos pasó, sin estaciones intermedias, al bando pinochetista, quedando nuevamente en minoría, lo que obligó a mi abuelo a arrancar del país.

Esto se me viene a la mente al momento de indagar sobre el affaire Vargas Llosa-Lavín, en el aeropuerto caraqueño. Ambos realizaron sus actividades académicas, políticas, ideológicas, propagandisticas sin ningún estorbo oficial. Muy distinto a lo que ocurrió con José Miguel Vivanco que fue expulsado tras realizar declaraciones contrarias al régimen.

Recuerdo en Argentina haber proferido todo tipo de epítetos en contra de Menem, Duhalde, de la Rúa y Kirchner, sin problema alguno, o en portuñol haber lanzado proclamas en contra de Lula cuando tuve la ocasión en Porto Alegre, a pesar de que mis cálidos anfitriones fueran del Partido de los Trabajadores. El día que nos quiten la posibilidad de criticar a los mandatarios electos supuestamente en forma democrática, dejaremos de estar en una república y pasaremos a un regimiento.

Los militares deben cumplir otra función; una cada vez más marginal, ilegítima e indefendible. Pero esta no es en ningún caso el gobernar. Ninguna forma en que lo hagan será distinta al control que ejercen sobre sus subalternos, aunque su mando sea paternal nunca deja de ser jerárquico y no deliberante. Los militares precisan de enemigos y si no los tienen se los inventan. Su educación es, y debe ser, la paranoia; si estos elementos se trasvasijan a la política sufrimos de un grave desmedro.

Todos sabemos las razones de la llegada de Chavez al poder, el colapso de una clase política decadente y corrupta gracias a los petrodólares. Circunstancias parecidas legitiman la revuelta de Fidel Castro. Lo que cuesta aceptar es so pretexto de la amenaza permanente perpetuar los modos excepcionales de ejercer el poder de Estado.

Los EEUU no admiten personas "peligrosas" para sus intereses, sencillamente no las visan, este es un elemento de juicio que hay que tener previamente en este asunto. Del mismo modo que todos los países desarrollados controlan el ingreso de los inmigrantes económicos.

Chávez ha ganado casi todas las elecciones y prácticamente todas las acusaciones sobre su política autoritaria respecto a los medios de comunicación son sesgadas y exageradas. Allende fue excesivamente tolerante con la conspiración, algo debe aprenderse de esas experiencias fallidas.

Pero eso no significa que debamos tolerar a militares gobernando. Sea Julio César, Napoleón Bonaparte, Charles de Gaulle, Dwight Eisenhower, Fidel Castro, Pinochet o Chávez, el punto es que no les corresponde abocarse a las cuestiones de Estado sino que tan sólo disciplinarse tras el poder republicanamente instituído.

Dichas afirmaciones pueden ser tachadas fácilmente de livianas o superficiales por no considerar el modo grosero con que actúa la manipulación de ideas y emociones que hace de los principios "democráticos" liberales tan sólo una canción de cuna destinada a dormirnos. Ese no es el punto, Tomas Hobbes tenía todo muy claro hace varios siglos ha, los únicos sistemas políticos que existen son la monarquía, la aristocracia y la democracia. La democracia es el gobierno de TODOS, la aristocracia el de ALGUNOS y la monarquía el de uno solo. No existe ni la tiranía, ni la plutocracia, ni la anarquía puesto que esos son nada más que meros nombres peyorativos con que los opositores llaman a los gobiernos que repudian. Tomando en serio a Hobbes el gobierno de todos sería una democracia, una anarquía, al mismo tiempo que una economía comunista. Lo que hoy llamamos democracia es tan sólo una aristocracia que falsea sus antecedentes. Pero, si debemos elegir entre una aristocracia y una monarquía yo prefiero la primera puesto que es más eficiente, más gobernable y menos lesivo para los intereses mayoritarios el que el mayor número posible de personas dedique su tiempo a tareas públicas. Por eso cuestiono la centralización del poder, no por la persona, los intereses o las creencias de un rey voy a genuflectarme ante su presencia. La aristocracia es una porquería, y en estos asuntos soy un demócrata; pero peor que la aristocracia es la monarquía no me cabe ninguna duda.

No repudio por lo tanto de forma histérica, ni Lavinista ni Vargas Llosiana a Chávez por ser tal pues comprendo el contexto que ha hecho surgir a tal figura. ¿Qué juicio podemos hacer de la libertad de expresión desde Chile? ¿Con qué moral? ¿Sobre qué principios de los dientes hacia afuera?

En este affaire hemos conocido de la versión de Vargas Llosa, un escritor por lo demás que no debe ser descalificado a priori pues en su momento condenó a otros gobiernos autoritarios es decir, su sesgo no es hacia Chávez por ser de izquierda solamente. Sin embargo él posee sus claros intereses y muy posiblemente responde de agente de los no tan santos intereses comerciales hispanos. Por eso su denuncia debe haber sido estimada en dicho contexto, sin embargo los medios al unísono amplificaron su versión como la única existente. Los medios alternativos, quizá el uno por ciento, además de ser tildados de "chavistas" por la prensa hegemónica, distribuye una versión opuesta lo que hace imposible siquiera informarse de lo ocurrido en Venezuela. Ninguno ha aplicado las máximas del periodismo enseñado en las universidades de consultar a lo menos a dos fuentes imparciales o unas cuantas más si es que son parciales; aquí se le ha dado carácter de verdad a lo expresado por los directamente involucrados soslayando sus intereses respectivos. Eso es un escándalo.

Hasta la radio Bio Bio, de la voz del mismísimo Nibaldo Mosciati hijo, reprodujo la información oficial de la medianía informativa regional sin el más mínimo contrapeso, haciendo verdad de las declaraciones interesadas de Vargas Llosa, sin mencionar dicha circunstancia. Su padre ha de estar revolcándose en su tumba pues el imperio informativo multimedia que construyó, gracias al eslogan "Sólo se puede decir la verdad cuando no existen compromisos", ha quedado en sólo eso, en diez palabras. ¿Será por su alianza estratégica con CNN?

Chavez no es un santo de mi devoción, tampoco Lavín y Vargas Llosa, sin embargo debo reconocer que no tengo ni la más remota idea de lo que ocurrió en el aeropuerto de Venezuela pues la verdad no aparece ni en uno de los miles de diarios disponibles en la red.

Si Chavez hizo, lo que Vargas Llosa dice que hizo, me parece grave pues se trataría de otra acción temeraria y torpe, como la expulsión de Vivanco, cometida por personas poderosas que dejan de escuchar y o no tienen a quien. Si no ocurrió, o fue un empleado menor por cuenta propia, más chavista que Navarro, queda demostrado nuestra vulnerabilidad ante la manipulación mediática hegemónica.

Ambas son hipótesis, incluso meras especulaciones, cuando deja de haber verdad y empiezan a desarrollarse "verdades" ni la misma aristocracia se hace posible pues ella pende de una información libre para tomar decisiones. Qué duda cabe que quienes tenemos tiempo para escribir o leer, y los medios para hacerlo, somos parte de una elite; pero si nosotros en esta pequeña burbuja ya no podemos cotejar la información producida por "mil fuentes", es que nos enfrentamos a un dramático proceso de centralización del poder a una escala nunca antes experienciada.

responsabilite

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