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Salvavidas mestizo y falaz

Darío Botero Pérez

Miércoles 9 de diciembre de 2009, puesto en línea por Barómetro Internacional, Daro Botero Prez

Obama no es estúpido ni Dios. Tiene pensamientos claros y proyecciones interesantes que, teóricamente, rompen con las bestias republicanas que siguen la cartilla de los halcones; esto es, de los sionistas y los protestantes anglosajones blancos, y de unos cuantos potentados más, que son los verdaderos amos en USA y sus colonias.

Ante tales depredadores, dueños del poder y empotrados en sus puestos, desde siempre y en todos los gobiernos republicanos y demócratas, Obama, cuando más, como individuo y figura, sirve de mampara para que esos halcones puedan completar su perverso cometido: desatar la tercera guerra mundial. Entienden que es su última oportunidad para seguir mandando sobre las mayorías desamparadas, mientras superan su ruina económica y destruyen el planeta.

Obama es un simple ciudadano meritorio, que los halcones usan como cartel, pero que las masas de todo el mundo se pueden apropiar como divisa de cambio. Eso fue lo que prometió. Eso nos motivó. Y eso tiene que ponernos a reflexionar.

Nos conviene conservarlo, defenderlo, presionarlo y protegerlo, exigiéndole que cumpla sus promesas del discurso de posesión, en vez de traicionar sus ideales en beneficio de los potentados, como viene haciéndolo después de la Cumbre de las Américas.

Las ilusiones del usano keniano son sueños comunes que ningún individuo tiene el poder para realizar, aunque una gavilla de criminales –como la que sostuvo al estulto Bush y, ahora, se esmera en corromper al moreno Obama- sí puede frustrar.

Por eso, en vez de despotricar del arrivista (“recién llegado”, según las nociones populares) y arribista (“escalador social”, según la misma fuente) Obama, capaz de superar el racismo extremo de los WASP, debemos entender que no es más que un catalizador de las aspiraciones legítimas de dignidad, libertad, respeto y supervivencia que asisten a todo ser vivo, no sólo a los humanos y, menos aún, exclusivamente a los potentados.

¡Si no lo apoyamos, todos nos fregamos! Aunque carece del poder para salvar a unos ciudadanos de tercera enamorados de sus grilletes, sí puede ser la bandera de los ciudadanos de primera, quienes detestamos las cadenas y somos capaces de ejercer nuestra soberanía, sin subordinaciones ni prejuicios.

La ratificación obligada de la burocracia asesina y despiadada que los halcones les imponen a todos los presidentes, no es tan escandalosa. Constituye la rutina del poder monopolizado por los potentados, esas bestias criminales e inescrupulosas que tenemos que identificar, combatir y desechar, sin dejarnos confundir.

Aunque Obama sea un títere, sirve para inspirarnos como ciudadanos capaces de actuar y de incidir en los asuntos que nos incumben. O se quita la máscara y cae con las bestias USAnas que lo usan, o lo apoyamos en el cumplimiento de sus promesas de redención, como legítimo representante del pueblo que lo eligió.

El asunto es de mayorías, no de Mesías

Si tal respaldo se justifica, lo dirá su capacidad para rechazar el recibimiento de un premio Nobel de Paz que hace parte de la farsa del presunto cambio y que no se merece, pues su actual propósito es la guerra.

Para acabar de ajustar, quiere traérnosla a los latinos, tan queridos por las personas de buena voluntad, pero tan traicionados por AUV, al padre de las AUC, acá, en locombia, que es donde sufrimos las víctimas del Mesías paisa.

Se trata del creador, cuando fue gobernador de Antioquia (1995-1997), de las Convivir (asesinos émulos de los Tom-ton Macoutes de Haití). El mismo que tanto contribuyó al auge del narcotráfico como Director de la Aeronáutica Civil durante el gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-1982).

Dicho Turbay cobró fama mundial como traidor de los intereses latinos durante la guerra de las Malvinas que se inventó Galtieri para intentar perpetuar su dictadura en Argentina, buscando posar como héroe nacional para echarle tierra a los crímenes de los militares, afortunadamente ahora castigados.

Turbay también es el padre de su homónimo, el actual Contralor General de la Nación, obvio cómplice, al hacerse el de la vista gorda, en el saqueo de la riqueza pública, tan extendido durante el presente gobierno mafioso y neoliberal. Pero a tal saqueo siempre han mostrado gran adicción los gobernantes de todos los partidos y en todas las épocas, como lo han reconocido algunos intelectuales en su defensa del gobierno de Uribe.

No obstante, la ambición de Álvaro Uribe Vélez no tiene límites, de modo que considera el mejor camino para perpetuarse en el poder mostrarse como el más lacayo e incondicional de los gobernantes vende patria, resuelto a complacer a sus amos como lo determinen, y al costo que sea.

Su actitud obsecuente con el imperio en la crisis de Honduras, lo retrata como el máximo socio del imperio en estos lares, aunque Oscar Arias y Alan García pueden discrepar y molestarse, pues tampoco carecen de méritos para tal honor, y han corrido a dejarlo bien claro ante la comunidad internacional.

Pero Uribe puede sobresalir porque lo tiene sin cuidado prestar la patria inconstitucionalmente -como si se tratase de su propiedad personal- para que los halcones usen sus letales picos y sus sangrientas garras sobre los pueblos hermanos.

Mucho menos le importa que la primera víctima sea su propio pueblo, tan engañado y golpeado bajo su gobierno. Hasta sin seguridad social lo ha dejado, entre otras medidas, al despojarlo abusivamente del Instituto de Seguros Sociales para desmantelarlo y fortalecer la privatización de la salud, convirtiéndola, de acuerdo a las recetas neoliberales, en una mercancía de pésima calidad para las mayorías. Por eso, no le importó que los únicos dueños legítimos del instituto desmantelado fuesen los patronos y los trabajadores, pues el Estado jamás aportó lo que le correspondía

Ante su ambición para perpetuarse en el poder y continuar arruinándonos, aunque sea por interpuesta persona, si no le resulta la reelección, ¿Será que nos dejamos? ¿Seguiremos actuando como párvulos incapaces de representarnos y de interpretar la realidad? La respuesta sigue dependiendo de nosotros como una demostración clara de la democracia directa que podemos ejercer como nunca antes ninguna generación.

En cuanto a Obama, no logrará nada positivo para la libertad, la justicia, la paz y la democracia, si no lo apoyamos en su confrontación, cada vez menos visible y decidida, contra quienes se lo impiden: los agónicos potentados criminales resueltos a lanzarnos al abismo.

Pero vale preguntar ¿Será que Obama es honesto y renuncia al Nobel o a las bases militares locombianas? Esto sí depende es de él y de su amor propio. Su decisión, a su vez, nos indicará si lo apoyamos o lo estigmatizamos, pues no podemos continuar comiendo cuento.

Mientras tanto, tenemos la obligación de seguir repudiando y combatiendo los actos de guerra, negándonos a que nos la impongan y denunciando como enemigos de la humanidad a quienes la estimulan, independientemente de los pretextos y las ideologías que aduzcan.

Para algo ha de servirnos estar vivos y poseer capacidad individual para pensar, decidir y actuar.

La hora en que los pueblos eran mera carne de cañón para los potentados pertenece a la Historia, ese tenebroso y extenso período caracterizado por la opresión y el despotismo, que ha de terminar con la conquista de la Nueva Era, si nos mostramos dignos de ésta y asumimos el papel que nos corresponde: el de ciudadanos ejerciendo plenamente sus derechos democráticos.


d.botero.perez[AT]gmail.com

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