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El último show del 2009

CHILE - La Hora de los Charchazos de Payasos

Ariel Zúñiga

Jueves 31 de diciembre de 2009, por Ariel Zúñiga

La división norte de CODELCO Chile, la empresa productora de cobre más grande del mundo, ha entrado en huelga luego de fallar las negociaciones con su empleador, el Estado de Chile. Los medios se apuran en comparar sus sueldos con los de otros trabajadores, el juicio es lapidario: Ganan mucho. Si en vez que comparar su sueldo con el de los profesores lo hicieran con los ejecutivos se llevarían muchas sorpresas: Otros tipos, que sólo visitan los piques para cortar cintas y que no están expuestos a muertes violentas o lentas agonías por silicosis, reciben entre veinte y cien veces más dinero por su trabajo, son los ejecutivos.

Así se discute en Chile, sobre la base de mentiras y supuestos conservados gracias al silencio y el aliento de los medios de comunicación de consuno.

Cuando Naomi Klein definía a Chile como un Estado corporativista se refería a esto: Al acuerdo que existe entre iglesias, macroempresariado, burocracia, intelectualidad, medios de comunicación y partidos políticos en el ejercicio coherente del poder. Los trabajadores han entrado a esta ecuación por las redes clientelares del Estado, el cual, que no se nos olvide, sigue llamándose a sí “socialista”. La concertación conduce un acuerdo cupular similar al de los alemanes o italianos de los treinta aunque no dedicada al crecimiento económico nacional sino al disfrute transnacional. Incluso los gremios de los trabajadores públicos y de los estudiantes universitarios se encuentran hace años cooptados por el poder central. La incorporación formal del Partido Comunista a la Concertación es tan sólo un símbolo.

Cuando no existe discusión ni política se imponen las relaciones públicas, y estas dependen de los “simbolos”, que cuando son ruines sólo podemos llamar charchazos de payaso.

Marco Enriquez Gumucio no podía apoyar a Frei ni por todo el oro del mundo en la noche de su derrota puesto que si lo hacía no le quedaba más que tomar sus maletas y volver a Francia. Una persona que no es brillante ni como filósofo, ni como cineasta, ni como empresario, sólo le queda vivir de la política o transformarse en una parodia de sí mismo como el finado Trivelli. Apoyar a Frei lo dejaba con pega pero muerto como político. Con su padre sin pega, su esposa colgando de un hilo de TVN (dependiendo del resultado electoral y el lobbie), y cesantes también sus camaradas del hemiciclo, sus opciones se debaten entre crear un nuevo referente comunicacional, de política espectáculo, “progresista” o “socialista de balneario” junto a... Max Marambio!, o bien vender caro su apoyo a Frei.

Un “nuevo referente” progresista no es fácil ni de crear ni de gobernar por Enriquez Gumucio, no sólo por el latre de su comando liberal e incluso autoritario (desde Juan Agustín Figueroa hasta Danús, pasando por Paul Fontaine) sino porque sería atajado por PAIZ, caballo de Troya orquestado por Jorge Arrate Mac Niven y que cuenta como “cara nueva” a Salvador Muñoz su delfín, ex PS y alumno de la elitista Universidad Diego Portales, todo edulcorado con el rostro siempre joven de la actriz -en Chile hacen de todo menos actuar- Blanca Lewin.

Para ganar tiempo, tarea en la cual un tartamudo se trasforma en experto, Enriquez Gumucio le exigió a la Concertación algo que no cumpliría pero que tampoco tiene alguna importancia: La renuncia de los presidentes de los partidos políticos de la concertación ¿Incluirá ese llamado al Partido Comunista?. Días después aumentó la oferta y pidió más charchazos de payaso, una reforma tributaria en los términos de su programa presidencial, es decir, un fraude de etiquetas que es en definitivas una exención más de impuestos para los más ricos y para el macroempresariado.

La concertación, con la excepción de su socio, amigo y nana Pepe Auth, presa de su crisis terminal, en vez que aceptar las condiciones en señal de espectáculo y dejar a Enriquez Gumucio esclavizado a sus palabras, se negó de plano. Se requirieron semanas para que les cayera la chaucha y Frei realizó un maquetada impostación de autoridad que obligaba a la renuncia “espontánea” de los presidentes de los partidos. Hasta el momento sólo Juan Antonio Gómez y Pepe Auth han “dado un paso al costado”; en la DC descartaron cambios y del PS no se sabe.

Cual sea el resultado no pasa de ser un espectáculo, uno de muy mala calidad. Si renuncian todos Enriquez Gumucio se verá forzado a apoyar a Frei o quedará ante el país como un pendejo con pataletas. Pero dicha renuncia no significa nada, ni tampoco es un gesto de un cambio en la comprensión o en la valoración del bloque gobernante. Menos de un 1% de los chilenos milita en los partidos políticos, además, la renuncia del presidente no significa que sea Enriquez Gumucio quien gobierne a dichos partidos. Dicho de otro modo, es tan absurdo como que renunciara Bachelet para que la subrogara ¡Perez Yoma! Ya se sabe que Auth será subrogado por Adriana Muñoz una “cara nueva” que ha sido congresista desde el gobierno de Aylwin.

Hasta el momento el único partido que trabaja por Frei de modo diligente, abnegado y convencido de su triunfo es el comunista. Como dijo hace poco Julian Alcayaga, la concertación, por primera vez en mayoría en el Senado, prefiere que gobierne Piñera o de lo contrario debería cumplir su veinteañero proyecto. Eso no lo quiere el macroempresariado, los concertacionistas como fieles vasallos prefieren dispararse en los pies.

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