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Letanías habituales

Bruno Peron Loureiro

Lunes 22 de marzo de 2010, puesto en línea por Barómetro Internacional, Bruno Peron Loureiro

Estas últimas semanas trajeron hechos ebrios y nefastos para la consolidación del deseo –todavía de pocos- de una fraternidad desinteresada, responsable y universal. No fue necesario sintonizar el televisor en los programas que exhiben violencia barata en Brasil.

Desde el punto de vista de un camino humanitario rumbo a una nueva escala evolutiva, los desastres naturales y los desmanes del hombre corroboran la tesis de que la naturaleza no soportará por mucho tiempo. El simple ejercicio de observar a la gran generadora de vida, nos enseña que la tala de bosques nos deja sin sombra y la liberación de gases contaminantes nos entorpece la respiración.

Como si no bastase la desgracia que cayó sobre Haití en forma de terremoto, Chile y Turquía fueron asolados por temblores que dejaron manchas perpetuas en el cemento y en la vida de millares de personas. Hasta el nordeste tupinica sintió temblores.

Aunque Chile disponga de una organización más eficiente que la media latinoamericana, un desempeño económico satisfactorio y preparación contra desastres, el estrago fue igualmente considerable. Manos amigas se extendieron al pueblo chileno.

Mientras tanto, la Secretaria de Estado Hillary Clinton trajo de Pangérica (EE.UU.) las condolencias y –como no podía faltar- la propuesta de estrechar vínculos comerciales y culturales con la siempre dispuesta y abierta América Latina. La región de apodo francés “Amérique Latine”. Durante su gira Hillary sugirió que el subsidio millonario de su gobierno a sus productores de algodón sería revisado a fin de evitar la justa represalia anunciada por el canciller de Brasil. Ábrase el mundo al libre comercio, pero mientras la Pangérica obtenga sus ventajas. Las perdidas en el sector agrícola brasilero fueron monstruosas, por eso la Organización Mundial de Comercio (OMC) autorizó la contrapartida sobreimpositiva por Brasil a productos norteamericanos.

Dentro del elenco de letanías habituales, no dejemos de mencionar la desesperación de las autoridades de la Organización de Estados Americanos (OEA) frente a la decisión de crear la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños acordada en la reunión de mandatarios de América Latina realizada en México.

Los más comprometidos gobiernos progresistas manifestaron su anhelo colectivo de un contexto latinoamericano donde la única voz sea la de sus integrantes.

Hillary propuso la reconciliación de los países recalcitrantes de América Latina con el golpista Porfirio Lobo, que asumió la presidencia de Honduras, argumentando a favor de la vuelta de la “democracia”. Para ella no importa el camino, cuando “el fin justifica los medios”. Tan patética es como estadista como aquellos que encuadraron la elección de Barak Obama como si fuese lo prometido para la salvación de América Latina. Obama sin embargo está mucho más preocupado por los intereses de los “Americanos”, lo que es natural frente a la dificultad, entre otras, de la reforma en el sector salud enfrentada por los progenitores del lucro.

La cultura de retribución de favor o daño, que está enraizada en el Brasil, converge con la falta de instrucción de un colectivo que come migajas de información a través de los medios corporativos.

En la República Dominicana, como no puede haber desvíos del patrón establecido, fueron presas varias mujeres que tenían droga escondida en la vagina cuando visitaban a presidiarios. ¿Acción criminal descarada o necesidad de tratar a los drogadictos como problema de salud y no de delincuencia?

Mientras el Brasil vive un momento de ineficiencia administrativa del Estado y de violencia exacerbada, la prensa extranjera lo sitúa como una nueva potencia y un lugar prometedor para las inversiones.

La economía es una plaza fría y desierta.

El contubernio de capitaleros metidos a capitalistas internacionales, que se reúnen con sus socios hablando más palabras en inglés que en portugués o español y el conformismo de los ciudadanos adormecidos, muestran las condiciones básicas para la negación de América Latina.

Ya no se trata de saber si hay propuestas viables para cada uno de sus países, sino de preguntar hasta donde se podrá llegar sin caer en una oposición apasionada y destructiva.

Basta de letanías habituales

Necesitamos un discurso conciso y que nos levante el ánimo

Y que broten las personas de bien en América Latina.


sr22[AT]brunoperon.com.br

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