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Ataque de Israel a la flotilla solidaria

Un crimen alevoso que desafía a la conciencia humana

Adolfo Pérez Esquivel, et al.

Jueves 10 de junio de 2010, puesto en línea por Claudia Casal

3 de junio de 2010, Buenos Aires - No es la primera vez que el Estado de Israel agrede y violenta los derechos inalienables del pueblo palestino a vivir en paz en su propio territorio; hace décadas que lo viene haciendo ignorando las decisiones de la comunidad internacional que tienden a instalar una paz con justicia en Medio Oriente. Pese a las resoluciones de la ONU que indican lo contrario, Israel sigue construyendo al interior del territorio palestino de Cisjordania un muro del Apartheid que hace muy difícil la vida cotidiana de sus habitantes. Hace 18 meses asistimos indignados a la Operación “Plomo fundido” y la masacre desatada por las fuerzas armadas israelíes contra la población palestina de Gaza; vimos establecer un bloqueo permanente e inhumano que priva a la gente de elementos indispensables para la vida y le impide reconstruir sus hogares destruidos durante la operación militar.

Aun sabiendo todo esto, al conocer el ataque del lunes 31 de mayo, nos resistimos a creer que tamaño atropello fuera real; que una brigada de elite de la Armada israelí pudiera cometer semejante acto de guerra contra civiles desarmados e indefensos, quienes movidos por elevados sentimientos solidarios venían a auxiliar a la población de Gaza con 10 toneladas de alimentos, equipos médicos, materiales de construcción, y otros insumos que les había llevado meses reunir. Y nada importó que entre los 750 cooperantes, distribuidos en seis barcos, hubiera ciudadanos de 30 países, mujeres con niños, voluntarios de diferentes religiones y nacionalidades, más de veinte parlamentarios europeos, una ex congresista estadounidense, una diputada israelí, intelectuales comprometidos con las causas humanas, un Premio Nobel de la Paz y hasta un sobreviviente del Holocausto nazi, además de dirigentes de organizaciones de solidaridad y grupos pacifistas. ¿Cómo imaginar que estas personas –que se sabía desarmadas puesto que lo barcos habían sido revisadas por las autoridades competentes en los puertos de partida- pudieran ser atacadas en aguas internacionales, desde naves de guerra, helicópteros y botes “zodiacs”, usando bombas de humo y gas lacrimógeno, así como bastones y armas con balas de plomo, de modo tal que los atacantes produjeron 16 muertes y varias decenas de heridos, a la par que hicieron prisioneros al resto para llevarlos secuestrados a territorio israelí?

Con el correr de los días y la llegada de testimonios y nuevas informaciones, el estupor inicial cedió el paso al dolor profundo, a la indignación sin límites, y a la necesidad de reflexionar sobre lo ocurrido. ¿Cómo es posible que el gobierno de Israel desafíe de ese modo a la conciencia humana, violando de manera flagrante el derecho internacional y las normas elementales de convivencia entre las naciones? No tenemos todas las respuestas, pero basándonos en la experiencia –incluyendo la forma en que se han pronunciado sobre este hecho alevoso diversos actores internacionales- estamos convencidos de que esta desafiante política desde posiciones de fuerza guarda directa relación con el apoyo que le brindan las grandes potencias centrales y, en particular, a la ayuda militar que históricamente viene recibiendo de los Estados Unidos, la primera potencia mundial que a la vez es cabeza de la OTAN. Vale la pena subrayarlo: el Estado de Israel es en el orden global el primer receptor de ayuda militar de Estados Unidos, lo que le permite estar fuertemente armado y disponer de la más sofisticada tecnología militar incluidas las armas nucleares.

No podemos pasar por alto que –como lo señalan prestigiosos intelectuales- “hoy la humanidad se encuentra en la encrucijada de la crisis económica y social más grave de la historia moderna”. Sabemos también que la política de guerra del Pentágono norteamericano se vincula estrechamente con la re-estructuración de la economía global para hacer frente a la crisis. En ese marco el hecho brutal que denunciamos es particularmente preocupante porque ocurre mientras asistimos al relanzamiento de la militarización imperial cuyo eje es la agenda militar de Estados Unidos; mientras se expande la OTAN a escala planetaria y prospera la economía de guerra, favorecida por un presupuesto estadounidense de Defensa que se acerca al billón de dólares.

En tales condiciones, es muy difícil avanzar en el camino de la paz en Medio Oriente; es más, cualquier acción militar intempestiva, como el ataque protagonizado el 31 de mayo por las tropas de Tel Aviv puede transformarse en una amenaza real a la precaria estabilidad de la región. Por todo lo cual, en solidaridad con la justa causa palestina y en apoyo a las aspiraciones de paz de los pueblos de la región, pero también en defensa de la paz mundial, es fundamental que se exprese una condena enérgica de los pueblos y de los gobiernos progresistas del mundo entero.

Entendemos que, frente a una acción tan grave, no resulta satisfactoria la débil protesta del Consejo de Seguridad de la ONU que condena el hecho pero no a los responsables; es insuficiente que la Unión Europea exprese preocupación y solicite una investigación; no basta con que el presidente Obama y el Departamento de Estado lamenten la pérdida de vidas humanas en lo que califican como un “incidente” evitando cualquier tipo de repudio a lo que no fue un incidente sino un ataque brutal.

Saludamos, en cambio, la posición del Movimiento de Países No Alineados que condena la agresión como un injustificable uso de la fuerza y una violación de la ley internacional y el derecho humanitario; nos identificamos con el pronunciamiento de las organizaciones políticas, sociales, culturales y religiosas de nuestro país y del mundo entero que han condenado de inmediato la agresión; saludamos la actitud de gran parte de los gobiernos latinoamericanos y caribeños que se han pronunciado con firmeza, y valoramos muy especialmente la Declaración de Unasur del pasado 2 de junio que rechaza enérgicamente el ataque israelí a la flota humanitaria y exhorta a las autoridades de Israel a permitir el ingreso y entrega de asistencia y ayuda humanitaria en la Franja de Gaza, así como a garantizar la libertad de tránsito y el acceso de sus habitantes a medicamentos, alimentos y bienes de consumo.

Por nuestra parte:

 Condenamos el ataque alevoso perpetrado el pasado 31 de mayo por el gobierno de Israel contra la flotilla humanitara; y reclamamos una investigación internacional;

 Exigimos el levantamiento del bloqueo ilegal e inhumano contra la población de Gaza;

 Reclamamos el pronunciamiento condenatorio de la ONU, la OEA y demás organismos y foros internacionales donde puede expresarse la voluntad de los pueblos y gobiernos del mundo entero;

 Reclamamos de los gobiernos la adopción de todas las medidas diplomáticas necesarias para expresar el más fuerte repudio por este crimen intolerable y quitar cualquier tipo de apoyo a la política agresiva del Gobierno de Israel;

 Expresamos nuestro profundo reconocimiento a los voluntarios que protagonizaron la valiente iniciativa solidaria encaminada a romper el bloqueo israelí a la población de Gaza, a la par que acompañamos el dolor de los familiares y compañeros de las víctimas del ataque;

 Reiteramos nuestra firme solidaridad con el pueblo palestino que reclama la vigencia de sus derechos nacionales inalienables fundados en el respeto de la legalidad internacional, en particular el derecho a la instalación de un Estado Palestino independiente en el que pueda convivir en paz con los demás pueblos de la región;

 Expresamos asimismo nuestro respeto y solidaridad con las agrupaciones y personas que, al interior del Estado de Israel, trabajan por una paz con justicia y dignidad para su propia comunidad y para todos los pueblos de Medio Oriente.


PRIMERAS FIRMAS

 Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz

 Osvaldo Bayer, escritor y periodista

 Movimiento por la Paz, la Soberanía y la Solidaridad e…. y más de 20 firmas

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