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VENEZUELA - Moral y honor revolucionarios
Miguel Ángel del Pozo
Lunes 2 de mayo de 2011, puesto en línea por ,
¿Qué es la moral? Se denomina moral al conjunto de creencias, normas y circunstancias a través de las cuáles se puede determinar si una persona a lo largo de toda su vida logró ser buena persona, además su contribución en su grupo social que determinará el comportamiento a obrar característico (Wikipedia). Pero ¿cómo se podría conceptualizar la “moral cristiana”?. Según el sacerdote y doctor en medicina y cirugía de la Universidad de Navarra –España– Mario Iceta, en su obra: “La moral cristiana habita en la Iglesia. Perspectiva eclesiológica de la moral en Santo Tomás de Aquino” (EUNSA), la moral cristiana se definiría como “…la comunicación del hombre en la bienaventuranza…”
En una entrevista a Zenit el sacerdote y médico considera que “…en la actualidad se tiene una visión muy reductiva de la identidad del cristiano. Un cristiano no es simplemente un hombre que intenta ser algo mejor que los demás porque ha recibido como una especie de código moral que le obliga a ello. Es ésta una visión un tanto caricaturesca del ser cristiano…” Es decir, a nuestro modesto entender, Iceta consideraría que el cristiano “tiene que comprometerse viviendo su vida cotidiana y ciudadana en unidad en si mismo”. Por ello su disertación continua precisando que “…El cristiano es un ser que ha renacido cuando se ha dejado sorprender por el amor de Cristo…” lo que nos obliga a preguntarnos, cuando a nuestros políticos se refiere, sean ellos de derechas y/o revolucionarios bolivarianos, ¿quiénes viven en sus pensamientos y en sus conductas cotidianas una unidad de vida, es decir, viven sin la praxis de la esquizofrenia sí se nos permite tamaña aseveración? Sería lo que expresa en sus escritos José Vicente Rangel cuando califica a las derechas de “…cínicos, hipócritas…” en cuanto a desviar la mirada de los “hechos históricos” del Golpe de Abril del 2002.
Pero el “cura y matasanos” referido no se queda en pocas palabras y va más allá cuando con contundencia expone que “…La vida del cristiano se convierte en un seguimiento de Cristo, en un seguimiento de Cristo («sequela Christi»)…El nuevo modo de obrar sólo puede generarse en el seno de la comunidad eclesial…En el seno de la comunidad eclesial se dan las condiciones para que el cristiano pueda aprender a realizar acciones excelentes y santas…” ¿Cómo podríamos interpretar esas “severas frases” que comandan a la reflexión dejando a un lado la “soberbia del soberbio” sí consideramos como “Comunidad Eclesial” a la comunidad como sociedad, es decir, como un todo social?
Un “bueno y cristiano–católico” amigo quizás aprovechando esta Semana Santa me remitió un artículo en análisis de Alberto Rodríguez Barrera titulado: “La ética espiritual por encima del materialismo marxista”. En la presentación, mi amigo, me propone tres (3) ideas:
– la primera la sustenta en la “…lucha de clases (pobres contra la oligarquía o los representantes del Imperio – Chavez dixit)…”;
– la segunda en la “…pura doctrina económica (eliminación de la plusvalía mediante el trueque –Giordani dixit)…”; y,
– la última, en “…una visión de la organización social incluyente (las comunas y su poder comunal, Chavez y Jagua)…” para tratar de alcanzar lo que es su idea central: “…quienes todavía creen que el socialismo es la solución…”
La verdad que me alegró sobremanera haber recibido este texto junto al artículo arriba en mención porque en los actuales momentos históricos es importante reconocer que la gente pensante está aceptando que en Venezuela se está desarrollando una revolución que hemos denominado, fundamentalmente, como “Revolución Bolivariana” liderada por Hugo Rafael Chávez Frías junto al Pueblo y ministros comprometidos éticamente. En este momento, me permito recordar que cuando Hugo Rafael Chávez Frías desarrolló el “golpe de Estado”, quien suscribe se encontraba en Beijing; casi inmediatamente nos comunicamos con Caracas para conocer, de primera mano, sobre el desarrollo del mismo golpe; aprovechamos la comunicación para solicitar se nos informara sobre cuáles paradigmas –el mundo de las ideas– se estaba/había sustentando aquel golpe de Estado más militar que cívico. La respuesta de nuestro interlocutor, la verdad, nos sorprendió porque en lo espontáneo de la misma se denotaba cierta conclusión de restarle el profundo significado de aquel “acto político”. El marco ideológico de los actores fue calificado como una mezcla de pensamientos criollos sin posible interrelación de unos con otros; quizás lo que se nos intentó comunicar fue que aquellos pensares de los actores participantes no eran el tradicional–histórico según la teoría del “Golpe de Estado” de los diferentes teóricos.
En el espacio del tiempo histórico aquel importante “hecho histórico” ha demostrado que en este continente la Política no se expresa ni como en la cansada Europa ni en la tradición brutal que ha impuesto Washington en sus involucraciones golpistas contra gobiernos democráticos. Probablemente, mi amigo, en el marco de su angustia ideo–política, el actual proceso revolucionario en el que está incurso nuestra Patria, Venezuela, contenga aquellas ideas de febrero en su praxis actual en el marco de lo que se estaba pensando en aquella objetiva realidad socio–política–económica, es decir, se expresan, actualmente, aquellas ideas criollas, criticadas por nuestro interlocutor, en esta praxis revolucionaria que es, en última instancia, “unidad de vida”.
Analicemos las tres ideas propuestas. La primera de ellas, sería la de la “lucha de clases”. Nos preguntamos: ¿Qué es, realmente, la lucha de clases como concepto histórico? Según lo expresado por mi amistad sería la contradicción entre “pobres contra la oligarquía” y “vende–patrias”, diríamos nos. Interesante porque de entrada se reconoce la existencia de los “pobres”, de la “oligarquía” y de los representantes del Imperio, es decir, que en nuestra sociedad se expresan dos conjuntos fundamentales donde un sector de la sociedad es pobre pero digno y el otro donde se encuentran los oligarcas y representantes del Imperio; es decir, que son dos conjuntos profundamente diferentes; pero ¿cómo se expresan esas diferencias? Justamente, en la respuesta a esta inquietud están las razones de los porqués de las contradicciones entre los pobres y las oligarquías y representantes del Imperio. Usted analice.
Escribíamos más arriba que Mario Iceta, el docto, consideraba que la moral cristiana se manifestaba como “…la comunicación del hombre en la bienaventuranza…” Podríamos considerar que los contenidos del “Sermón de la Montaña” podrían ser una referencia obligada no solo para los cristianos sino para cada miembro de la sociedad en su “camino” hacia la referida “bienaventuranza”. Es decir, cuando, en la sinceridad de la praxis, se viven dichos contenidos, es evidente que la “soberbia” pierde su fuerza como expresión contra–natura para permitir la “horizontalidad” de la distribución de “los panes y los peces”. Y es en este momento que entra en escena la segunda referencia que propusiera mi amigo cuando la economía, a contrario a lo que se sugiere, si pudiera alcanzar las variables económicas del comercio en una de sus expresiones como lo es el trueque lo que significa que “la ganancia” si está, lógicamente, incluida en la Economía en mayúscula cuando entendemos por “ganancia” los excedentes que son dirigidos hacia el ahorro, inversión hacia lo social, reinversión, entre otras variables.
Pero para poder lograr que la sociedad comprenda los contenidos fundamentales de su propio destino como conjunto integrado por seres–creados/seres–sociales, su conciencia, personal y colectiva, deben ser desarrolladas; en ese orden, podríamos considerar que la conciencia se podría desarrollar en dos vías: en el estudio que significa: educación; y la praxis, es decir, el poner en ejecución lo estudiado para que de esta manera se podrá conocer lo que es correcto, es decir, lo ético–moral y lo que esta errado, es decir, lo no–ético según el pensamiento propuesto por aquellos y por “el docto”. Por ejemplo, el conocimiento de la Historia de Venezuela cuando se sustentan sus contenidos en los “hechos históricos”, en su análisis paradigmático global, es decir, dialéctico, la “virtud del patriotismo” se “vive y consolida” evitando, en ese vivir en dignidad y equilibrio, la esquizofrenia personal y colectiva en quienes, mi amigo, define como oligarcas y representantes del Imperio. Por ello, la “organización social incluyente” es causa y consecuencia, al tiempo que praxis, del “buen vivir” y no una negación a la participación democrática como máxima expresión de la Democracia y/o “Nueva Democracia”.
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