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En el corazón de Abya-yala

VENEZUELA - Por el Día de la Resistencia Indígena

Saúl Rivas-Rivas

Miércoles 2 de noviembre de 2016, por Barómetro Internacional

17 de octubre de 2016 - “Nosotros no somos ningún Nuevo Mundo. Somos tan viejos y tan nuevos como Europa”…. Comandante Hugo Chávez.

Los pueblos y comunidades indígenas representan lo más originario, lo más antiguo, constante y específico del país y del continente en todo su devenir histórico. (De la placa de Guaicaipuro en el Panteón Nacional).

"Tal vez estaba Marx lejos de pensar que mucho del alma de sus utopías socialistas y comunistas le venían de América, si bien como un eco lejano y deformado por la óptica del “buen salvaje” - Arturo Uslar Pietri.

El decreto del Comandante Chávez sobre el Día de la Resistencia Indígena (2002) representa un punto de apoyo de gran trascendencia y envergadura para el restablecimiento de la totalidad de la Historia de Venezuela y de América. Es una ruptura radical con todo el andamiaje colonial de nuestra historiografía encadenada a inconfesables subordinaciones, sobrevivencias mentales de viejas relaciones de producción esclavócratas. El poblamiento venezolano data de más de 15 mil 500 años., como lo recordaba en fecha reciente la camarada Iraida Vargas. La presencia del hombre en Abya Yala se remonta a 30 mil o 40 mil años según la arqueología. Por eso le ha dado continuidad al día y al mes de la resistencia indígena el camarada presidente Nicolás Maduro, los ministerios de Educación y de Cultura, pasando por el Minci.

Ninguna colonización es “absoluta” o “total”…Sin resistencia indígena prolongada en más de medio milenio, no hay emancipación y liberación definitiva, ni habrá sello de originalidad en las distintas modalidades constituyentes del socialismo del siglo XXI, si bien en una sociedad multiétnica, pluricultural y multi societaria como la nuestra y de vocación intercultural, los pueblos y comunidades indígenas, los indo-socialismos y los eco socialismos, las filosofías indias del Buen Vivir, –no restringidas al universo andino– son irremplazables; pero sin pretensiones de constituirse en las únicas modalidades de originalidad y de identidades locales, regionales, nacionales, continental o caribeña. Existen múltiples originalidades y manifestaciones de identidad en todos y cada uno de los sujetos históricos de nuestras nacionalidades indoamericanas, afroamericanas, euroamericanas, asiático-americanas y de variados mestizajes. Cada uno de estos componentes tiene especificidades irreductibles e intransferibles en el concierto de selvas, sabanas, pueblos y ciudades que buscan su sintonía con el universo. Nadie es poseedor de una sola identidad. Cada ser cultural, cada persona, establece una priorización de sus identidades, como lo hizo en plena madurez histórica el Comandante Hugo Chávez desde Brasil: –“Yo me siento más indoamericano y afroamericano que hispanoamericano, que iberoamericano y que latinoamericano”.

En una síntesis apretada, hizo una priorización sin exclusiones, partiendo del vientre de la Madre Tierra que lo vio nacer y lo amamantó. Estableció en pocas palabras unas relaciones de justicia y equidad entre los sujetos múltiples de la venezolanidad y de su ser continental y caribeño, comenzando por lo más negado. No partió de una supuesta ambigüedad o neutralidad cómplice para su participación en el proceso de construcción consciente de su carácter identitario, tanto como persona, tanto como pueblo y civilizaciones múltiples, todavía en el torbellino de un desencuentro: que buscan sus unidades político-territoriales, sin detrimento de su propio ser cultural y espiritual específicos. Más allá de un poder de síntesis expansivo de lo uno y disolvente de lo diverso. La clave está en no desconocer al otro y la otra. Al otro diferente. Diferente al monstruo capitalista y sin brújula de la cultura dominante, envolvente y trituradora, incluso, de la savia de su propia civilización o de las civilizaciones que le dieron origen: Mesopotamia, Persia, Egipto, Palestina, Siria, Grecia, Roma, entre otras. Y, más recientemente, América. La misma Asia es vista todavía como la prehistoria de Europa.

Sin embargo, la camisa de fuerza de lo grecorromano y lo judeo-cristiano es el operador cultural –¡civilización o barbarie!– que niega la universalidad en nombre de una universalidad dis-localizada y hegemónica. El mismo movimiento obrero-clasista no debe dejarse despojar de su conciencia etnohistórica: la primera huelga de América de brazos caídos –para cambiar el horario de trabajo– partió de los esclavizados indios de Cubagua en las primeras décadas del siglo XVI, como lo señala Enrique Otte. Las primeras huelgas del petróleo, de nuestras empresas del hierro y del acero, nunca ajenas a la presencia del trabajo indio asalariado, incluso aquel de alto riesgo sobre el agua: se trate de guaiquerí, wayuu, añu, caquetío o de los mismos warao.

Estas huelgas fueron antecedidas por las huelgas de vientres, que hicieron las mujeres indígenas, en una prédica de la abstención sexual para no parir esclavos. Hasta que el amor triunfó por encima de la conquista, de la colonia y de la muerte, para encarnar en el indo-mestizo a los nuevos Guaicaipuros, más allá de los Francisco Fajardo, renegados de la madre, de la tierra y de la lengua de origen, como lo son hoy los piti-yanki, renegados de la Independencia. Por eso Fajardo es el fetiche de la ideología mestiza y Guaicaipuro, Terepaima, Tiuna, Tamanaco, Apacuana, son símbolos vivos de la resistencia y emancipación indígena. Que encarnan hoy en los Bolívar, en los Miranda o en Los Chávez-pueblo. En las Manuelita, Hipólita, Apacuana.

El Día de la Resistencia Indígena nació en Venezuela en sintonía con el universo, que apunta a convertirse en “Día de la Resistencia Indígena Planetaria”, vale decir, de los aborígenes de todos los continentes: allí donde se esconde la más irreductible originalidad del género humano, en comunión con los animales y las plantas y con todos los elementos que sustentan la vida. En el decreto del Día de la Resistencia Indígena se propone otra visión de lo local y lo universal: revisión del Diccionario de la Real Academia detectando sus racismos-clasistas, hispano centrismos y patriarcalismos, de la llamada Geografía e Historia Universales, de las pretendidas Enciclopedias Universales y se propone un Calendario Universal, de naturaleza intercultural con la participación de todos los pueblos y culturas del planeta. Luego sugerimos un proyecto de Declaración Universal sobre la interculturalidad de los sistemas educativos para preservar idiomas y culturas locales.

Los camaradas sandinistas de Nicaragua no tardaron en adoptar el 12 de octubre como Día de la Resistencia Indígena. Más allá de gobiernos y de élites religiosas e intelectuales, lo entendieron mejor los pueblos y los movimientos sociales. Algunos movimientos indígenas de los Andes se han quedado en discusiones interminables, sin unificar un nombre para enfrentar la cruzada colonialista cada 12 de octubre, que, al legitimar conquistas del pasado, relegitiman las conquistas del presente y del futuro. De allí la Anti-conquista de César Rengifo, complementaria a su Anti-imperialismo, proponente de una historia alternativa que interrogue todos los tiempos, como en Esa Espiga Sembrada en Carabobo.


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