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Latinoamérica emergente: ¿se acaba la esperanza?

Ollantay Itzamná

Martes 29 de septiembre de 2015, puesto en línea por Jubenal Quispe

En las últimas semanas, analistas y comentaristas “progresistas” se suman a las plegarias de políticos conservadores y neoliberales de la región pregonándonos: el fin del ciclo y/o reflujo de fuerzas en la América Latina insurgente, en especial para la región Andina. Aunque de igual modo intentan desacreditar a los procesos políticos de Argentina, Venezuela, Brasil, Uruguay, etc. Pero, no dicen mucho sobre los gobiernos que rifan la riqueza de sus pueblos en el “sangriento banquete neoliberal” en la región.

Ex consultores de recientes programas de ajustes estructurales, provenientes de las clases medias, tanto en Ecuador, como en Bolivia, y trabajadores de las Organizaciones No Gubernamentales (organizaciones financiadas por gobiernos extranjeros), descargan toda su artillería crítica verbal en contra de Evo Morales, Presidente de Bolivia, y Rafael Correa, Presidente del Ecuador, para concluir que los procesos de cambio en esos país están llegando a su fin irremediablemente.

Aparte de adjetivar de déspotas y populistas a dichos gobernantes, los profetas del “fin del ciclo”, y misioneros para la restauración neoliberal, sostienen que ninguno de estos gobiernos neo extractivistas cumple con el mandato constitucional respectiva relativo a la defensa de los derechos de la Madre Tierra y de los pueblos indígenas. Y, circunstancialmente asumen la disminución del crecimiento de las economías de ambos países como una evidencia económica del fin del ciclo latinoamericano.

De esta manera analistas “progresistas” y conservadores confunden la América Latina emergente (pueblos) con individuos/personas en función de gobierno. No diferencian entre la indeterminación de las esperanzas y sueños por realizar aún y el determinismos dialéctico.

Consultores neoliberales y trabajadores de las ONGs fustigan a los gobiernos

Coincidentemente los consultores y trabajadores de las ONGs intentan instalar en el cerebro de “sus desinformados” el pregón del fin de ciclo latinoamericano luego del atrevimiento de los gobiernos de Bolivia y de Ecuador de controlar el funcionamiento de las ONGs en dichos países. ¿Una feliz coincidencia? ¿Acaso gobiernos dignos y soberanos no tienen la potestad de controlar las conductas de los agentes o actores propios o extraños en sus territorios? ¿Será que los gobiernos de Europa o de Norteamérica se quedarían quietos si gobiernos de países latinoamericanos financiasen a ONGs para que los desacreditasen dentro y fuera?

Para cualquier lector con elemental información, las ONGs nacieron promovidas por las corporaciones financieras (de los países del Norte) con la finalidad de hacer sostenible la aplicación de los Programas de Ajuste Estructural en los países empobrecidos. En la cooperación internacional hay más intereses políticos que cándida solidaridad. Aunque, hay cooperación y ONGs que apuestan también a la liberación de los pueblos.

Las clases medias tradicionales se incomodan con sus nuevos vecinos

Las clases medias “graduadas o universitarias” están enfadados con Evo y Correa porque les redujeron los privilegios laborales en los estados. En los últimos años, en Bolivia y Ecuador, cerca de dos millones de personas ascendieron de las clases populares a las clases medias, y en muchos casos son éstos últimos que ejercen función pública (rol de la clase media tradicional).

En el caso boliviano, “molesta” tener de autoridad a “indios” que hablan mal el castellano, mucho más si ni poseen los títulos universitarios. ¿Será otra coincidencia que “progresistas” de la clase media tradicional, ahora, nos anuncien el final del ciclo latinoamericano?

Creen que derribando a Correa o a Morales derribarán los procesos emancipatorios

Quienes nos anuncian el fin del ciclo latinoamericano quieren hacernos creer que los “indios” y “progresistas” en función de gobierno no pueden hacer más de lo que ya hicieron. Por tanto, luego del “fin del ciclo” deviene el retorno al “establo” neoliberal. Nos quieren robar nuestro derecho a la esperanza. Nuestro derecho a soñar. Aduciendo que no hay más de lo ya vimos, hicimos, celebramos. Claro, como ya no pueden hacer nada para quitarnos lo que ya logramos, entonces, ahora, van por nuestra esperanza (por lo que aún somos capaces de hacer).

Pero, olvidan que los procesos de cambio en Bolivia o en Ecuador, u otros países, no es de Evo Morales, ni de Rafael Correa. Somos pueblos, ayllus, marcas, runas/jaques que estamos haciendo el camino libertario desde nuestros lugares.

Es más, los procesos de cambio para nosotros/as no son sólo a nivel de la gestión del Estado o de la economía (si acaso cabe), ni tampoco a nivel sólo de cambios de leyes o de instituciones. Trabajamos, soñamos, actuamos, conspiramos, sospechamos de manera diferente. Nos negamos a volver al corral neoliberal. Muchos/as hemos cambiado nuestros propios proyectos de vida. ¿Vendrán por cada uno/a de nosotros/as?

Encorsetan la inédita realidad latinoamericana a sus añejas categorías de análisis/comprensión

Aunque ya transcurrieron varios años desde el inicio de los procesos de cambio en la región, sin embargo los “revolucionarios del todo o nada” y los “ecoindigenistas” se niegan a desprender sus mapas mentales preconcebidas, y transitar por las emergentes rutas de aprendizajes y conocimientos diferentes.

Para ellos, formados sólo y únicamente en y para la democracia representativa (que los privilegiaba), las democracias participativas emergentes no pasan de ser “populismos” de Evo y/o Correa, aunque callan de las dictaduras sangrientas y corruptas neoliberales en la región.

El aprovechamiento estatal de los bienes que la Madre Tierra nos provee es censurado como “neo extractivismo” antiecológico, pero guardan silencio del “silencioso” apropiamiento (internacionalización) que el gobierno de los EEUU. realiza de La Amazonía.

A los pueblos indígenas nos asumen como si fuésemos piezas de eco museo inconmensurables e intangibles, sin derecho a transformar nuestros modos de vida, pero ellos/as sí pueden “disfrutar” de las “comodidades” de la modernidad haciendo abogacía para que muchos de nosotros nos mantengamos en la pre modernidad.

Están tan encorsetados en las mentiras académicas enseñadas como verdades científicas en las universidades que no se dan cuenta que estos tiempos de América Latina no responden a “ciclos de cambio” aprendidos en sociología.

Los procesos de cambios emergentes en Bolivia y Ecuador no se pueden valorar o predecir con categorías analíticas que en su momento negaron o callaron sobre su posibilidad social. Estos procesos de cambio emergieron sin manuales, ni libretos a seguir. Por tanto, los criterios de valoración sobre estos procesos tienen que ser desde el paradigma de la complejidad y de la permanente posibilidad. ¡Son sueños, esperanzas e ideas postergados de los pueblos que se materializan simultanea y progresivamente!.

Sabemos cuándo y cómo iniciamos, pero no sabemos cuándo concluiremos

Desde la dinámica de la materialización o monetización de los procesos de cambios políticos, éstos se deben observar/valorar en un período más largo. Las determinaciones asumidas por los gobiernos de Correa y Morales tendrán sus impactos sociales y cultural no sólo por la distribución del excedente económico (ahora disminuido), sino también por la redistribución cultural (se está invirtiendo en la universalización de la educación como nunca antes), envidia para habitantes de países vecinos. El proceso de cambio boliviano quizás se cierre cuando las y los indígenas volvamos a avergonzarnos de nuestra identidad y nos arrodillemos ante el extraño. Pero, esto está lejos de ocurrir aún.

Desconocemos aún el legado que para humanidad continuará abonando nuestra Latinoamérica “atrevida”. Sabemos de lo que ya hicimos, lo que no hicimos, y de lo que somos capaces ser. Sabemos que no somos “un ciclo” que cierra. Sabemos que libramos, en condiciones adversas y desiguales, una guerra sin cuartel contra la civilización del desastre (muerte) hegemónico. Pero, también somos conscientes que somos una gota de agua que caen en el inmenso Océano formando interminables círculos concéntricos contagiosos hasta el infinito.

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