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CHILE - La derecha, memoria social y DD.HH.

Mario Valdés Vera

Lunes 12 de enero de 2009, puesto en línea por Jordi Berenguer

Una lectura en clave social de nuestra historia reciente debe contribuir a fortalecer la convivencia democrática y el desarrollo cultural y material de nuestro pueblo. En esta lógica, todos los esfuerzos que se destinen a buscar la verdad y la justicia en el ámbito de las violaciones a los DDHH cometidas por la dictadura de Augusto Pinochet, deben propender a construir una memoria social y ciudadana que sea producto de un ejercicio comunitario de conocer, evaluar y juzgar los hechos de nuestra historia reciente. Lo anterior ciertamente se constituye en un derecho civil, humano y ciudadano de primer orden, el derecho a recordar.

Hago estas reflexiones a la luz de los últimos acontecimientos que han traído al tapete informativo el caso de los detenidos desaparecidos de la dictadura de Pinochet. Por estos días se conoció, a través de revelaciones de partidos de derecha, que habrían personas que, estando incorporadas a las listas de personas detenidas-desaparecidas, no serían tales. Estando algunos de ellos vivos en el extranjero y otros que habrían fallecidos por diversas causas no atribuibles a los crímenes de agentes del estado ocurridos en ese gobierno. Lo anterior ha dado pie a que se desarrolle públicamente una polémica entre la alianza de derecha y la Concertación gobernante, en la que ambos se recriminan y enfrentan por las políticas, valoraciones y actitudes frente al tema. En este escenario lo que salta a la vista, en un análisis histórico-social, es que ambos conglomerados políticos evitan abordar el tema poniendo en el centro la construcción de una memoria social y ciudadana, como un elemento central de una convivencia democrática perdurable, más bien optan por la sobre exposición mediática rimbombante tipo ministro Vidal, o por la ganancia y el pragmatismo político, tipo Alianza.

En este sentido, la derecha, como conglomerado político-ideológico con una trayectoria definida durante, por lo menos, el siglo XX, ha mantenido una conducta permanente, sobre todo en los últimos 30 años, en torno a la negación de la memoria social. Una apretada síntesis de cómo la derecha ha construido y manipulado la memoria histórica de la nación durante este siglo, transformándola y manipulando la verdad, debe abarcar los sucesos represivos que desde inicios del siglo XX han marcado la relación de ese sector político con el mundo social y popular. A saber la mayoría de los eventos de violencia política del estado contra los ciudadanos han contado con la complicidad, aprobación, o el silencio de la derecha chilena.

Para muestra hay muchos botones, que sólo mencionaremos: represión a los sindicatos, organizaciones obreras y partidos de izquierda, en especial el PC, en los años de la Guerra Fría en el marco de la llamada Ley Maldita que significó la relegación de muchos compatriotas; represión y muerte de obreros, campesinos y pobladores en Puerto Natales e Iquique, Ranquil, y Pampa Irigoyen respectivamente; la conspiración de grupos de derecha, en alianza con el gobierno norteamericano, que pretendían la desestabilización del gobierno de Salvador Allende, etc.

Todas estos episodios marcaron un pick dramático en las violaciones a los DD.HH. ocurridas entre 1973 y 1990, cuando el estado chileno, en manos de las FFAA y la derecha, implementó una política organizada y sistemática de violaciones a los DDHH, utilizando recursos, infraestructura y personal destinado a la eliminación física de opositores políticos. Lo anterior ha sido reconocido, a pesar de la escasa y casi nula colaboración de la derecha y las FFAA, por los informes Rettig, y la Comisión Verdad y Reconciliación. Por otro lado ha habido un reconocimiento explícito del Poder Judicial a tales atropellos, procesando y condenando con plenas garantías de imparcialidad, a un grupo menor, pero simbólico de violadores de los derechos humanos como Manuel Contreras, Pedro Espinoza y Miguel Krasnoff.

En este escenario y durante toda la década del 90’, la derecha negó sistemáticamente la existencia de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura de Pinochet. No es sólo hasta la detención del dictador en Londres en octubre del 1998, cuando salta al tapete ciudadano nacional e internacional, con amplio despliegue comunicacional, una de las verdades históricas más profundas y desgarradoras para la memoria social del país. Constatar que muchos compatriotas fueron victimas indefensas de la violencia política del estado fue para muchos ciudadanos una verdad que les explotó en la cara. En este contexto la derecha política y económica acusó el golpe y cerró filas en torno al dictador. Vale recordar como los mismos personeros -y colectividades- que hoy reniegan del pinochetismo y se declaran conmovidos por su legado de violencia y muerte, caso de la diputada Karla Rubilar y su partido, desfilaron por Londres apoyando la causa de su liberación, impidiendo que la justicia internacional actuara en contra del autor intelectual de los crímenes cometidos.

No obstante en este último tiempo y arrinconados principalmente por circunstancias electorales, parte de la derecha ha iniciando una estrategia de desmarque que no puede ocultar el lastre que significa el haber instalado y participado en un gobierno marcado por crímenes contra la humanidad. Las declaraciones y actitudes de sus personeros frente a los errores en las listas de identificación de los detenidos desaparecidos así lo demuestran. El intento espurio por manipular, nuevamente, la memoria social de la ciudadanía en el tema de los DDHH, ponen a la derecha chilena en el aérea de las definiciones: ¿Cómo llegar a constituirse en una alternativa ética y política de profundización democrática si no existe una real asunción de las violaciones a los DDHH ocurridas bajo la dictadura de Pinochet?

Hoy en día cuando la memoria social chilena está siendo reforzada y construida con aportes notables desde el cine, con Machuca, la literatura, la música e incluso la televisión, con aportes como la reciente serie Los 80’, o la elección de Salvador Allende como un Gran Chileno, se deja total claridad que en Chile hubo atrocidades que ocurrieron frente al silencio de algunos que aun tiene protagonismo en la vida pública nacional y de los cuales la comunidad, el país profundo, aun espera explicaciones.


Mario Valdés Vera es Coordinador Historia y Ciencias Sociales
Universidad ARCIS Concepción. Arena Pública, plataforma de opinión de UARCIS

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